| sábado, 11 de octubre de 2003 | Recordar a Afganistán y a Irak Ya casi nadie se acuerda de los pobres habitantes de Afganistán, bombardeados sin piedad por los Estados Unidos hace exactamente dos años. La ofensiva imperial se vio coronada con el estratégico establecimiento de los norteamericanos en el centro de Asia. La superpotencia mundial no se conformó con eso y este año arrasó a Irak, una historia que aún no termina, al igual que la de Afganistán, estados sumidos en una miseria más espantosa que antes de la invasión. Curiosamente, a pesar del impresionante despliegue militar, el mulah Omar, Osama Bin Laden y Saddam Hussein, o sea, los "malos" no aparecen. Ya se habla de buscar otro "enemigo" para distraer las críticas a las falacias inventadas por Bush, Powell y Blair sobre las "poderosas armas de destrucción masiva" que poseía el dictador iraquí. Mentiras que sirvieron para que el nuevo orden mundial se quedara con todo el petróleo de Irak. También es preciso señalar que la excusa perfecta para iniciar la campaña de destrucción de países enteros fue el atentado del 11/9/2001. Paradójicamente, cada día es más fuerte la hipótesis de que nos mintieron descaradamente sobre quiénes realmente ejecutaron los atentados a las Torres Gemelas y al Pentágono. Se culpó a terroristas islámicos para ocultar que todo fue planeado por un sector de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, los servicios de inteligencia; las grandes compañías fabricantes de armamentos y las multinacionales del petróleo; para hacer un reordenamiento geopolítico brutal del mundo. El autoatentado del 11 de septiembre fue la excusa perfecta para instalar un clima bélico al margen del derecho internacional por medio de la prepotencia y la fuerza, promoviendo un pensamiento único: "quienes no piensen como nosotros son terroristas". Ante esto, ningún ser humano con dos dedos de frente, puede convalidar las decisiones de George W. Bush, que inauguró una era en donde las tropas anglonorteamericanas marchan triunfantes pisoteando a los inocentes habitantes del planeta, aboliendo la crítica y la pluralidad de pensamiento, violando todos los ordenamientos jurídicos y las resoluciones de las Naciones Unidas. Si nuestros corruptos legisladores autorizan la "inmunidad" para los soldados norteamericanos que ingresen al territorio argentino nunca más podremos decir que somos libres, apenas seremos sirvientes de un imperio terrorista, el gobierno de los Estados Unidos.
Alberto Seoane
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