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 miércoles, 06 de agosto de 2003

Reacción inexplicable por el asesinato de un pibe en J.J.Paso y Ecuador
Incendiaron una bailanta por un crimen
Reclamaban justicia y el cierre del boliche. Pero la muerte, por la que hay un detenido, ocurrió a 100 metros de allí

Vicente Ramón Sánchez fue asesinado la madrugada del domingo a pocos metros de una bailanta de la que acababa de salir junto a unos amigos. Un muchacho le aplicó una certera puñalada para robarle las zapatillas. Ocho horas después los investigadores habían detenido al homicida y a su novia. El primero, según los voceros de la seccional 20ª, confesó en la seccional su participación en el crimen, y la chica admitió haberlo ayudado a escapar del lugar y aguantado en su casa, donde hallaron el arma asesina. Para la policía era un caso resuelto. Pero ayer a la tarde, un grupo de allegados a Sánchez fueron hasta la puerta de la bailanta, quemaron neumáticos y provocaron un incendio que destruyó gran parte del local. El siniestro, inexplicable tanto para la policía como para el dueño del boliche, tuvo sus motivaciones en dos pintadas que quedaron estampadas en las paredes del lugar: "Justicia para Ramón" y "Que se sierre, asesino" (sic). El primero de los reclamos "había sido cumplido", según los investigadores. El otro lo lograron ayer.

"Yo cierro y me voy a mi casa. No me quiero arriesgar. Hace un año que tengo este boliche, jamás pasó nada adentro y ahora, por algo que ocurrió a una cuadra, me dicen asesino y me queman el local. ¿Qué quieren?", se preguntó Alejo Gómez, un muchacho de 33 años y padre de tres pibes, que decidió cambiar de actividad una vez que vio el desastre que las llamas causaron en Chicano, la bailanta de Juan José Paso al 6800.

No habían pasado las 6 del domingo cuando Vicente Ramón Sánchez, de 17 años, salió de Chicano en compañía de un grupo de amigos. Caminó junto a uno de ellos hasta la esquina de Juan José Paso y Ecuador y allí lo interceptó otro muchacho que llevaba un cuchillo en la mano y le exigió las zapatillas. Sánchez se resistió y en una pelea recibió una letal puñalada. Su amigo, entonces, salió en su defensa y atacó al agresor alcanzándolo con una yuga en la espalda.

Mientras Sánchez se desangraba en la vereda y su amigo corría hacia la bailanta para pedir ayuda, el agresor huía en compañía de su novia, una chica de 15 años que poco después sería apresada con él. En el escape abandonaron las zapatillas robadas pero se llevaron el cuchillo, que ocho horas más tarde sería secuestrado en una precaria vivienda de la villa donde se había refugiado la pareja, en Campbell y República. Desde allí trasladaron a Lautaro Cantegriti hasta la seccional 20ª y allí, según la policía, el muchacho "confesó su participación directa en el episodio".

También los investigadores apresaron al menor que acompañaba a Sánchez al momento de su muerte, quien está bajo arresto domiciliario por haber herido al homicida.

Así las cosas, la policía daba por cerrada su investigación. Pero ayer, poco después de las 15.30, unos treinta jóvenes -entre los cuales habrían estado las hermanas de Sánchez- llegaron hasta la puerta de Chicano, acumularon neumáticos junto al portón de chapas y les prendieron fuego. Las llamas se colaron por debajo de las puertas y alcanzaron una segunda abertura, de machimbre, que se consumió rápidamente y propagó el fuego hacia el interior del local. Entonces, la instalación eléctrica, los artefactos lumínicos y un parlante fueron destruidos totalmente.

Algunos vecinos trataron de apagar las llamas sin suerte. "Había una mujer, que creo era la madre del pibe muerto, que estaba exaltada. Intenté calmarla y decirle que no prendieran fuego pero estaba loca, gritaba y lloraba", comentó un vecino del boliche.

El hombre también dijo que "los bomberos llegaron una hora después de que se les avisara y la policía demoró unos 40 minutos. Encima, a uno de los agentes del Comando le tiraron un piedrazo en la cabeza", sostuvo.

Cuando las llamas se habían consumido y los jóvenes retiraban del lugar, llegó el dueño de Chicano. "Esto es ilógico. El asesino está preso, el arma la tiene la policía, el crimen ocurrió a una cuadra del boliche y vienen a agarrarselas conmigo que no tengo nada que ver", dijo indignado entre las cubiertas quemadas y los cables chamuscados.

"Yo no me siento responsable por lo que pasó. Aquí trabajamos desde hace un año. Se hacen controles en los ingresos, tengo siete patovicas que cuidan hasta los baños y por eso nunca pasó nada dentro del local, pero yo no me puedo hacer cargo de lo que pasa en la esquina", aseguró Gómez. Y concluyó: "Yo no puedo vivir arriesgado y con miedo. Cierro y me voy a mi casa. No voy a seguir con ésto porque está en juego mi vida y tengo tres hijos".

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Los reclamos quedaron estampados en las paredes.

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