Jorge y Raquel se salen de la vaina cuando hablan de sus hijos. El orgullo que sienten por lo que lograron es inconmensurable. A ellos no los deslumbra que el menor de sus hijos haya trascendido las fronteras de la ilusión. "Para nosotros siguen siendo los tres iguales", recalca papá Ginóbili, antes de que mamá aclare que "cuando Manu viene a casa sigue siendo el más chico". De chico, Manu tenía como espejo a Leandro, su hermano mayor, aunque después de jugar un año junto a Sebastián, en Estudiantes de su Bahía natal, entabló una relación espectacular. "Cuando jugaron juntos es como que se redescubrieron, fue un año inmensamente feliz para ellos y para todos nosotros", señala Jorge, al tiempo que Raquel asiente con la cabeza, antes de justificar que "ellos están muy contentos con lo que logró Manu". Sebastián, que juega en Lobos Cantabria de España, perdió en semifinales del campeonato local y ahora está de vacaciones en San Antonio junto al pibe maravilla del básquet argentino. Leandro, en cambio, está a cargo de un emprendimiento familiar en Bahía, mientras despunta el vicio de jugar en el club de toda su vida. "Manu era bastante cargoso de chico, era muy pegote, de toda la familia. Se aburría con mucha facilidad, sólo la pelota de básquet servía para entretenerlo un poco". Sebastián describe la infancia de Emanuel en la página web de su hermano menor (www.manuginobili.com).
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