Alejandro Cachari / La Capital
La Copa Sudamericana sigue siendo la zanahoria. Al menos hasta que esta tarde se complete la fecha, está donde estaba. Eso sí, falta una fecha menos. Pero la cuestión no pasa por allí. Porque sería tapar el bosque con el árbol. Newell's debía salir a buscar los tres puntos, era prácticamente la última oportunidad de mostrarle a su público, y fundamentalmente de demostrarse a sí mismo, que el Clausura no había sido en vano. Que a pesar de los enormes inconvenientes futbolísticos que ofreció el equipo durante todo el campeonato, aún se podía pensar en lograr el acceso a una competencia internacional. Pero no, pasó la oportunidad, o casi. Debería consignarse que son muy pocos los equipos que le otorgan trascendencia a la copa que ganó San Lorenzo, pero por ahora es sólo un prejuicio que también involucra a los jugadores de Newell's. Aquella sentencia de clasificar a una copa que los futbolistas lanzaron en cataratas antes del inicio del Clausura se fue desdibujando, consumiendo, con el andar de los partidos. Es que se corría el riesgo de integrar el grupo de los intrascendentes, de los que no pelean por nada. Y al equipo de Veira le va a costar una enormidad escaparle a ese conglomerado de planteles. Con el agravante de que a los rojinegros hace rato que les pasa lo mismo. La puesta en escena ante Racing también podría haber sido útil para borrar rápidamente la pobre actuación en Bahía Blanca. Ni una cosa, ni la otra. Más bien, nuevamente una decepción. El público renueva cada fin de semana su esperanza, su ilusión, le pone el pecho al equipo. Pero la paga es insuficiente. Quedan cuatro fechas en las que Newell's debería producir un giro de 180 grados para conseguir lo que hasta aquí no pudo. No existen motivos para suponer que al fin lo logrará.
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