Buenos Aires. (Enviado especial).- Estalló todo Central cuando Furchi pitó el final. Nadie dudaba tal vez del resultado. Nadie pensó que se concretaría con tanto sufrimiento, con tan poco fútbol. Daniel Quinteros levantó los brazos al cielo, el banco saltó a la cancha loco de alegría, Vitamina ofrendó su camiseta a la tribuna. El saldo de los tres puntos al fin era lo que importaba y vaya si se dio aquello de lo que cuesta vale. Después habrá tiempo de analizar por qué lo complicó tanto un equipo de la B. Hoy esa imagen final quedó en indiscutible primer plano.
Central ganó, como no cabía otra opción. Se aleja cada vez más del descenso y de yapa está ingresando a la Copa Sudamericana. Ninguna encuesta podía arrojar otro ganador. El equipo de Russo era desde el vamos infinitamente superior y aunque tardó mucho en plasmarlo no invalidó esa certeza.
Huracán es de otra categoría, quedó clarísimo. Y todos en su plantel, dirigencia e hinchas lo saben bien. El primero es su técnico, Jorge Célico, que no se puso colorado para poner de entrada a Camejo, un rústico volante central, de enganche, y para sacar a sus dos delanteros cuando se hizo el milagro de ponerse en ventaja aprovechando principalmente la apatía de Central.
Camejo pasó, poco antes del empate canalla, a jugar de único punta, lo que demostraba a las claras que hasta al técnico le parecía irreal la ventaja. Esa falta de osadía (entendible por la pobreza extrema de su plantel) sin embargo fue la que ayudó a Central a dar vuelta una historia que se le había complicado demasiado e innecesariamente. Porque después de un buen comienzo perdió todo un tiempo sin apretar el acelerador y entonces después, cuando lo hizo en el complemento, debió sortear la enjundia de un rival que estaba para el diván pese a ir ganando, ya que sólo le importaba reventar la pelota bien lejos de Ríos. Además el único recurso local fue la marca hombre a hombre, y se sabe que eso tiene sus limitaciones cuando se la pierde.
Central no fue explosivo en el primer tiempo. Le faltaron variantes, la que no tuvo con Marcelo Quinteros por derecha y tampoco Papa por izquierda, y menos con Messera jugando muy cerquita de Delgado y Figueroa. Sólo el Mellizo y Daniel Quinteros aportaron algo de claridad, pero el zapatazo de Alonso sorprendió a todo el equipo como hasta el mismo Célico.
Igual en el complemento el empate se veía venir y la victoria también. Porque Russo puso un mediocampo tocador, dejando de lado el híbrido de los 45' iniciales y sólo era cuestión de esperar a que decantara en goles.
Tardó más de la cuenta, pero no por eso el triunfo dejó de cobrar fuerza de justificado. Al técnico le tocará revisar luego por qué no arriesgó más de entrada (los cambios demostraron que el esquema con el que salió a jugar era más precavido) ante un adversario que se caía con un soplido, y por qué en definitiva parieron tanto. De lo que no quedaron dudas es de que los tres puntos quedaron a buen resguardo. Era al fin lo que realmente contaba.
Síntesis
Huracán 1: Ríos 6; Graieb 4, Kobistyj 4, Lobos 5 y Cellay 5; Alonso 6, Monsalvo 5, Camejo 4 (77' E. López) y Hirsig 5; Gigena 5 (67' Milano 4) y Villa 4 (51' R. Ortiz 4). Suplentes: Andujar y Uribe. DT: Jorge Celico.
R. Central 2: Gaona 5; Carbonari 6, Talamonti 5 y Leonforte 4; M. Quinteros 4 (46' Pino 5), D. Quinteros 5, Papa 4 (46' Sánchez 6) y Barros Schelotto 5 (84' Fassi); Messera 4; Delgado 7 y Figueroa 5. Suplentes: Castellano y Mandra. DT: Miguel Russo.
Cancha: Huracán.
Arbitro: Rafael Furchi (5).
Recaudación: No fue dada.
Goles: 36' Alonso (H), 69' Sánchez (RC) y 83' Barros Schelotto (RC).
Amonestados: Monsalvo, Kobistyj, Graieb y Alonso (H), D. Quinteros (RC).
Incidencias: No hubo.
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