Año CXXXVI
 Nº 49.822
Rosario,
jueves  24 de
abril de 2003
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Otro aspecto siniestro del régimen

Bagdad. - En las orillas del Tigris se puede ver a mujeres iraquíes vestidas de negro que se golpean el pecho apretando contra su cuerpo documentos pertenecientes a sus familiares detenidos desde hace más de veinte años, que una noche fueron llevados por las milicias de Saddam Hussein y de cuya suerte es posible que nunca más se sepa. Estas mujeres vienen día tras día, como cientos de otros iraquíes, con la esperanza de saber por fin la verdad en un centro de ex prisioneros políticos iraquíes en una lujosa residencia, abandonada por un miembro importante del entorno de Saddam Hussein.
Esos ex prisioneros han conseguido reunir cientos de documentos clasificados, encontrados en la sede de la policía secreta y referidos a los detenidos del régimen del partido Baas. Otras tantas vidas destrozadas. Pero hay miles de documentos oficiales que fueron destruidos por los hombres del ex amo de Bagdad antes de huir del ejército estadounidense.
La dolorosa búsqueda de las familias podría ser aún más complicada por la falta de estructuras adecuadas permitiéndoles aclarar el destino de los desaparecidos, frenando así el inicio del proceso de uno de los casos más siniestros del régimen. "A mi hermano se lo llevaron en 1980. Se llama Adnan Abeed, y nunca supe lo que le ocurrió, si está vivo o muerto", relata llorando Kataba Ahmed Salman, de 58 años.

La represión a los shiítas
En 1980, en vísperas de la guerra contra Irán, el régimen iraquí aumentó la represión por temor a una desestabilización interior, sobre todo por parte de los shiítas, sospechosos de efectuar actividades subversivas. La mirada perdida, un iraquí, Kifá Ali Humud, de 48 años, muestra el expediente que ha conseguido reunir sobre su hermano Amer, desaparecido en 1980. Dos pobres hojas de papel con un tampón de la policía secreta en una carpeta de cartón amarillo señalan los detalles de la detención "por razones políticas" y su envío a la prisión de Al-Choba al Jamissa, quinta celda. "Desapareció en 1980, la milicia lo detuvo en la noche y le dijeron que lo interrogarían y que después podría volver a casa, pero nunca más lo vi", relató.
Sin saber muy bien a quien dirigirse, se fue a la prisión indicada, controlada ahora por los norteamericanos, con la esperanza de poder visitar el lugar, pero los soldados le impiden pasar. "Familiares de desaparecidos vienen aquí todos los días, pensando que sus parientes siguen dentro de los subterráneos, pero hemos revisado todo y no hemos encontrado a ningún prisionero. No había más que el cadáver de un soldado iraquí en el interior", confió el oficial estadounidense encargado de las relaciones con la prensa.
"Según informaciones que no podemos confirmar, los cuerpos de los prisioneros habrían sido echados al Tigris, y encontramos productos químicos, que podrían indicar que los prisioneros fueron utilizados como conejillos de Indias", agregó. (AFP)


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