Año CXXXVI
 Nº 49.805
Rosario,
lunes  07 de
abril de 2003
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Los hinchas volvieron a disfrutar
Más de 1.800 almas rojinegras gozaron con el triunfo y con la magia que irradió Manso en su vuelta

Los sentimientos no entienden de razones. Las derrotas dolorosas, de esas que calan hondo en el alma como la sufrida ante los canallas, o las pálidas actuaciones no fueron impedimento para dar el presente en el 15 de Abril. Con la ilusión de observar un cambio de imagen y de reencontrar el camino de los éxitos tan buscado, más de 1.800 almas leprosas llegaron a Santa Fe embanderados con los colores rojinegros que trasladan a cualquier parte del país donde haya una cita futbolística. Y se hicieron notar desde mucho antes de que Pompei hiciera sonar su silbato por primera vez.
Había un condimento extra para no perderse este duelo entre necesitados. Uno, Unión, para sumar puntos para salir de la zona de promoción. Y el otro, Newell's, con la urgencia de ganar para demostrar que este equipo, que cuenta con un técnico de jerarquía, todavía tiene vida y que quiere cumplir con los objetivos planteados y prometidos en el arranque del Clausura. ¿El condimento? La vuelta de Damián Manso. Esa que en un principio parecía apresurada, pero que por lo visto ayer fue acierto del Bambino Veira. Porque el Piojo fue clave y le dio un giro a la producción futbolística leprosa (ver página 4). Y así lo notaron esos leprosos que gritaron a rabiar una y otra vez "Manso, Manso...".
El día acompañó y fue ideal para darse el gusto de seguir al equipo. Las ansiedades eran muchas. El equipo del Bambino hasta ahora sólo le había tributado a su gente una victoria, aquella en el Coloso ante Arsenal. Y nada más. El resto habían sido muchas frustraciones, la mayor generada en el Gigante. Pero a pesar de todo eso los hinchas se mantuvieron en pie y con la energía suficiente para seguir creyendo en el cambio. "Hay que tener ganas para venir a ver este partido", reflexionaba un veterano plateísta tatengue mientras miraba azorado el griterío interminable de la muchachada leprosa.
Y el primer regalo llegó a través de Grabinski. Sí, el Mudo. El que le inyectó mayor entusiasmo a su gente, para que ese aliento que comenzó antes del arranque del partido no hubiese sido en vano. Los cánticos se sucedieron y permanecieron en la colmada tribuna visitante. Los "uh" y las loas se repetían. El miedo a que apareciera el síndrome empate en el minuto final estaba ahí, en cada cabeza rojinegra. El Bambino también lo sentía deambulando por el estadio. Pero apareció Edgardo Adinolfi, a quien nadie tenía junado, para llevar tranquilidad a los rojinegros. Y generar el festejo interminable y tan postergado. La despedida feliz fue la esperada durante mucho tiempo. Porque Newell's se debía una victoria, sobre todo de visitante. Y en Santa Fe la consiguió con algunos pasajes de buen fútbol y, sobre todo, con el toque mágico de Manso.
Y allá se fueron los leprosos. Con una sonrisa que volvió a estar presente en cada rostro. Con la satisfacción de haber visto a su equipo ganador. Y con la esperanza, como siempre, de poder ver a su equipo siendo protagonista y alcanzando los objetivos buscados. La gran deuda pendiente desde hace un largo tiempo.


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