Berlín.- El Pentágono gasta 30.000 millones de dólares para pagar a las Private Military Companies (PMC) -el 8 por ciento del presupuesto militar de Estados Unidos-, empresas que se ocupan de programas de entrenamiento, incursiones y servicios de guerra ofrecidos por el capital privado sin el engorro de discusiones parlamentarias ni la pesadilla de recibir cadáveres de soldados con honras militares.
"¿Necesita una guerra? ¡Llámenos! Mercenarios a sueldo. El negocio de la guerra. Las PMC están cada vez más presentes en las zonas de crisis. Cuando las fuerzas estadounidenses los necesitan, el gobierno los contrata por sueldos astronómicos", señaló una nota de la Deutsche Welle (DW) on line, la cadena alemana de televisión. Agregó que "misiones críticas y servicios militares de alta calidad son sus ventajas. El Pentágono los contrata como tropas de refuerzo y expertos en armas de alta tecnología".
100.000 millones en tiempos de paz
La ganancia anual de los servicios militares privados asciende a los 100.000 millones de dólares, pero la guerra de Irak significará un aumento de sus beneficios, según Paul Lombardi, jefe de la estadounidense Dyncorp, que aseguró: "Se puede luchar sin nosotros, pero sería mas difícil".
Los gigantes de este sector económico en alza, como Dyncorp, Mpri, Vinnel, Cubic o Kellog, Brown & Root, tienen una tasa de crecimiento anual que supera el 10 por ciento; esta última es una subsidiaria de la petrolera tejana Halliburton, que hasta el 2001 condujo el actual vicepresidente de los Estados Unidos, Dick Cheney, ex secretario de Defensa norteamericano durante la Guerra del Golfo en 1991.
La tasa de ganancia de Cubic Corporation, que incluso cotiza en la bolsa, ascendió el año pasado al 40 por ciento.
La tarea principal de las empresas militares privadas no son los ataques directos. Se dedican más al apoyo logístico: entrenamiento, mantenimiento de máquinas y suministro de alimentos para la tropa.
Los campos de entrenamiento son su producto estrella. En la base de Doha, capital de Qatar, donde se encuentra el comando de las fuerzas de la coalición, y en Kuwait, la empresa Military Professional Resources Incorporated (Mpri) ha asumido este encargo y entrena a los soldados en el Campo de Simulación de Batalla.
Otras de las empresas están contratadas en Europa del este para entrenar a las fuerzas especiales de los nuevos miembros de la Otan. Y también en Arabia Saudita instruyen a las fuerzas militares con el beneplácito del gobierno del presidente Bush.
Pero en ocasiones excepcionales se encargan de ataques directos al enemigo, por ejemplo en los Balcanes y en la guerra contra el narcotráfico.
En este último terreno, tres estadounidenses de la empresa Dyncorp contratada por el Pentágono, sobrevivientes de una avioneta derribada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), fueron secuestrados por los guerrilleros en febrero pasado y otros tres norteamericanos que participaban de su búsqueda fueron muertos al precipitarse a tierra otra aeronave en que viajaban.
Bush y su colega colombiano Alvaro Uribe discutieron telefónicamente cómo liberar a los tres asesores estadounidenses del Pentágono secuestrados por las Farc, pero el carácter de empleados privados le permitió informar al portavoz presidencial, Ari Fleischer, que la conversación se concentró en "los ciudadanos" secuestrados.
La empresa Kellog, Brown & Root se ocupó del avituallamiento y los servicios de lavandería de los soldados de Estados Unidos en los Balcanes, ahora se encargará también de apagar incendios de pozos petroleros en Irak gracias a un contrato obtenido sin licitación. Según el cálculo de la revista Fortune, esta vez la cuenta será más grande. En Irak hay diez veces más soldados que alimentar que a fines de los 90 en los Balcanes.
"Estas empresas ofrecen la eficiencia que tanto le gusta a Donald Rumsfeld, ministro de Defensa estadounidense. Son rápidas, flexibles y no necesitan pasar por largas discusiones políticas" en el Congreso, según la televisora alemana.
Según el estratega estadounidense Thomas Adams, estas empresas se han convertido en una prolongación de la política exterior y "son mucho más discretas. Cuando los cadáveres de los soldados muertos vuelven a la patria es una pesadilla. Estas empresas ahorran a quienes contratan sus servicios los honores de un entierro militar".
"Observadores afirman que los servicios militares privados suponen una pérdida del control político ante las intervenciones militares y que si los ejércitos acaban actuando según criterios empresariales, la guerra en cuestión carece de legitimidad", concluyó la televisora germana. (Télam)