Paciencia y amor a la camiseta. La resistencia se enarbola desde las tribunas. Eso sí, puntual y explícitamente desde los simpatizantes auténticos, los de siempre. Aquí no se hace ninguna mención, más que la que sigue, a los leprosos golondrina, mercenarios que pululan por todas las hinchadas y que varían su comportamiento de acuerdo a ciertas circunstancias extrafutbolísticas. El leproso de ley fue al Coloso del parque Independencia para ponerle el pecho a las balas. Con toda la dignidad que puede esperarse de quien vive y se desvive por los colores de su corazón. Ese, el hincha con todas las letras, sólo tiene contrato eterno y de exclusividad con su camiseta. Cómo será la banca del simpatizante rojinegro que hasta soportó el increíble acto demagógico de los jugadores cuando ingresaron al campo de juego portando una llamativa bandera con la leyenda "esta hinchada se merece ser campeón". Claro que el hincha se merece ser campeón, nadie más que el estoico leproso que ayer se bancó la lluvia, las incomodidades lógicas que genera el mal estado del tiempo y hasta la muy pobre expresión futbolística que le brindó su equipo. El soberano, hasta tuvo la deferencia de retirarse en silencio, a pesar de cierta resistencia de un sector de la platea y otro bastante amplio de la popular que hizo sentir su descontento por el actual momento del club. Los otros, los autonominados dueños del espectáculo, decidieron interrumpir dos veces el partido. Si no fuera por la pasividad de Sequeira, el partido debió ser suspendido cuando una lluvia de bengalas empezó a caer a la cancha y unos treinta matones se subieron a lo más alto del alambrado. Allí el partido se desnaturalizó. En realidad existieron unos cuantos momentos fuera de contexto. Como el imponente despliegue de fuegos artificiales que acompañó el ingreso de Newell's a la cancha. El soberano, preso de una nueva decepción se fue con la cabeza gacha y en silencio. Toda una postal.
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