Mauro Rosales tuvo su gran noche. Gritó dos goles, que alcanzaron para igualar un partido que parecía perdido, y salvó al equipo de un nuevo hostigamiento de los hinchas del Parque.
Desde el arranque nomás el cordobés supo aprovechar las condiciones del campo de juego que estaba rápido. Sacó ventaja en ese aspecto y tuvo a maltraer a la defensa del Torito. El desborde por derecha y el centro al área no fue usufructuado por sus compañeros, más allá de que eso sea ensayado permanentemente durante los entrenamientos. En una de sus primeras intervenciones dejó en el piso a García y durante el envío la pelota rebotó de manera casual en la mano del defensor (ahí estuvo acertado Sequeira). Acto seguido, a los 28', Mauro capitalizó un envío de Silvani y la pelota se fue apenas desviada.
Cinco minutos más tarde, el cordobés perdió en el mano a mano con Orcellet, quien tuvo una destacada actuación. Y a los 45' recibió una asistencia de Marino, encaró sin marca y fusiló al arquero, para calmar a los hinchas que ya habían comenzado a mostrar su fastidio.
A los 31' del complemento, Martínez habilitó a Rosales y su remate tenía destino de red, pero Saucedo en su intento por asegurar el tanto evitó la conquista.
Y cuando se cumplían dos minutos de los once adicionados por el árbitro Newell's consiguió la igualdad. Martínez bailoteó en el área, le cedió el balón a Ponzio, el centro rozó en la cabeza de Poli, la pelota rebotó en el palo y Rosales, que estaba expectante, sólo tuvo que tocarla al gol para calmar los rugidos del Coloso.
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La Ciudad
