Rosalind Russell
Al sur de Basora. - Los niños y jóvenes iraquíes son todo sonrisas y saludos para los tanques y camiones británicos que pasan por las cercanías de Basora. Sin embargo, en cuanto la caravana desaparece dejando una estela de polvo a su paso, las sonrisas se transforman en ceños fruncidos y gestos de repudio hacia los invasores. "No los queremos aquí", gruñó Fouad, un joven de 17 años, mientras miraba con enojo las columnas de humo negro que se elevan de la ciudad de Basora, que desde hace más de dos días días se encuentra bajo el ataque de las fuerzas aliadas de Estados Unidos y Gran Bretaña. Sacó un pedazo de papel que llevaba prolijamente escondido en la cintura de su pantalón. Lo desdobló. Era una foto de Saddam Hussein, como tantas otras a lo largo y a lo ancho de la geografía del país. "Saddam es nuestro líder. Saddam es bueno", dijo en tono desafiante y miró otra vez la foto ajada del líder iraquí sonriente, sentado en un trono majestuoso. Las fuerzas terrestres de Estados Unidos y Gran Bretaña invadieron el sur de Iraq en la oscuridad, el jueves, y avanzaron hasta las afueras de la ciudad de Basora, a orillas del río Tigris. Tras la guerra del Golfo de 1991, la ciudad fue foco de un levantamiento que terminó aplastado brutalmente por Hussein. Si las fuerzas invasoras esperaban por ello una campaña fácil en el corazón shiíta del sur, ahora deben estar repensándolo. En áreas supuestamente bajo control estadounidense o británico han surgido focos de resistencia, especialmente en el puerto de Um Qasr, que aún no ha sido controlado luego de tres días de invasión. En el desierto, a la vera del principal camino a Basora, helicópteros estadounidenses Super Cobra han sido desplegados para arrasar con los focos de resistencia. Residentes de Basora que huyeron de la ciudad dicen que las fuerzas iraquíes llevaron la batalla al casco urbano. "Hay combates en el centro, en las calles. Es terrible", dice Hussein, un ingeniero de 24 años que trabaja para la compañía estatal de petróleo del sur. Hussein dijo que escapó de la ciudad, el sábado, con su esposa y su pequeño hijo. Más civiles huyeron ayer de Basora en camiones y autos destartalados, abarrotados de efectos personales. Se escuchaba el eco de los disparos de ametralladoras y artillería. "No queremos a americanos aquí. Esto es Irak", dijo el ingeniero Hussein. (Reuters)
| |