Frank Zeller
Kuwait. - Desde hace años los periodistas reclamaban a los militares estadounidenses acceso directo a los escenarios de guerra. Y ahora lo obtuvieron, con todas las incomodidades y peligros que ello implica. De hecho, un periodista murió el sábado cuando cubría la ofensiva aliada al estallar un coche-bomba. De un equipo británico de cuatro, sólo uno sobre vivió al caer bajo fuego cerca de Basora. En un giro radical de su política de información, el Pentágono invitó a la guerra en Irak a más de 600 periodistas, la mayoría estadounidenses, que están presentes en portaaviones, bases aéreas y en el desierto. Por satélite los reporteros envían imágenes e informes, algunos desde el mismo frente de batalla. "Queremos informar de la guerra lo más cerca posible", aseguró Martin Savidge de la emisora CNN antes de subir con otros colegas a un autobús y dirigirse al desierto del norte de Kuwait. El sábado, millones de espectadores pudieron seguir en vivo cómo era atacado con lanzamisiles junto con la unidad de infantería de marina que acompaña en un pueblo cercano a Basora, mientras una preocupada colega le recomendaba ponerse el casco desde la sede de la CNN en Atlanta. Que el "acompañamiento" (embedding) no sólo es excitante sino también bastante incómodo es algo que los reporteros, fotógrafos y camarógrafos repiten desde el desierto hace días a través de sus teléfonos satelitales. Al menos durante una semana la mayoría vivió al igual que los soldados sobre los que informan en aislados cuarteles militares en el norte de Kuwait. Ello significó calor y polvo, dormir en el suelo, comer el rancho y darse por satisfecho con poca cantidad de agua. Ducharse estaba permitido sólo una vez a la semana. "El olor es tremendo", afirma un fotógrafo en una tienda de 70 hombres en Camp Coyote. "El tufo es ya casi un arma biológica", añade con humor negro, si bien ni a los soldados ni a los periodistas les daban muchas ganas de bromear mientras se preparaban para lo peor. Una y otra vez tenían que entrenar el uso de las máscaras de gas y los trajes de protección NBC para el caso de que los iraquíes utilizaran contra ellos armas de destrucción masiva. A causa de las estrechas relaciones entre militares y periodistas en el "embedding", los críticos temen que la información no sea objetiva. "Muchos reporteros se acostumbraron de inmediato a la jerga militar", comentaba Craig Copetas, corresponsal de Bloomberg. La mayoría de los participantes destacaron sin embargo que se sienten comprometidos con la distancia crítica. No habrá censura, prometen los militares, al menos no para "embellecer" la guerra. Sin embargo, todos los que participan en la operación debieron comprometerse a reservar para sí en principio algunas informaciones, por ejemplo la fuerza de las tropas y sus posiciones. También son tabú las imágenes en las que se vea a muertos estadounidenses o a prisioneros de guerra. Según los militares es muy importante que los periodistas no den detalles tácticos, pues ello podría ser peligroso, no sólo para los soldados, sino también para los propios redactores. (DPA)
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