El pueblo canalla sabe de qué se trata. Por eso ayer más de 30 mil guerreros de cuerpo y alma pintaron de azul y amarillo las remozadas tribunas del Gigante de Arroyito desde bien temprano y se prepararon de la mejor manera imaginable para jugar su primer partido como locales. Como la postal auriazul de ese joven padre enfundado en la camiseta del corazón que le daba la mamadera a su pequeño hijo, también ataviado con los colores de Arroyito, una hora antes del partido, en la puerta del vestuario local. O los infaltables hinchas que se acercaron a saludar especialmente al Tati Bustos Montoya, un canalla de barrio Rucci como ellos, que esta vez tenía puesta la camiseta de los otros. Y estuvieron todos. Desde el Manosanta vestido como el recordado personaje del Negro Olmedo, que recorría sin parar la platea baja de Cordiviola como hiciera antaño el increíble Carlitos Cruel, hasta Los pibes sin calma. El paisaje auriazul de las populares y plateas del Gigante se transformó en un mágico recorrido por los barrios, barras y rincones canallas, desde los pagos de Arroyito, El Viaducto, Fisherton, Rucci guerrero y Las Delicias hasta las localidades del Gran Rosario como Villa Gobernador Gálvez, Funes y Pérez ciudad canalla. Y cuando el villano Roberto Ruscio sopló el pitazo del final, el alma del pueblo canalla comenzó a levitar sobre el Gigante, en una de las victorias más esperadas y festejadas de los últimos tiempos.
| |