Santa Fe (Enviado especial).- Cuando el árbitro de un partido se transforma en protagonista generalmente uno de los equipos recibe todos los beneficios y, obviamente, el otro todos los perjuicios. Un cabal ejemplo de ello fue la actuación de Daniel Giménez ayer en Santa Fe, donde el local obtuvo los réditos y Central se quedó sin nada por cada uno de sus dislates. Giménez le erró muy feo en jugadas que terminaron siendo claves en el desarrollo del partido y exasperó al equipo auriazul hasta en pequeñas cosas, como las cinco faltas que le cobró a Martín Mandra en los 55 minutos que estuvo en la cancha, donde supuestamente en el mano a mano con la marca de turno el delantero lo agarraba al defensor cuando era obvio que si había infracción era mutua. Pero en realidad ese dato quedó chiquito con relación a aquellas decisiones que perjudicaron ostensiblemente al equipo de Miguel Russo. La primera ocurrió a los 12 minutos, cuando marcó falta de Ferrari a Capria por el costado izquierdo, cuando el defensor canalla había ganado la pelota limpiamente. Del centro del Mago llegó el descuido auriazul al dejar cabecear a Valli solo, la tapada de Castellano y la arremetida de Weisheim para convertir. Cuando en el segundo tiempo, y luego del ingreso de Gasparini por Gustavo Barros Schelotto, Central parecía firmar el empate y se encontró con la ventaja en el gol de Talamonti tras un córner por entonces aislado, Giménez volvió a escena. Y no tanto por haber echado a parte del cuerpo técnico auriazul por un claro exceso verbal (entonces Russo parecía querer enfriar el partido para mantener la ventaja), sino porque cuando Pino le ganó limpiamente la pelota a Capria en tres cuartos de cancha marcó insólitamente infracción contra el Mago. Y otra vez ese tiro libre sería clave, porque del centro del talentoso volante el hombre de negro vio, sólo él, un supuesto abrazo de Talamonti a Weisheim que derivó en el penal y el empate tatengue cuando el equipo de Craviotto parecía todavía no haber asimilado el golpe del segundo tanto canalla. Pero no terminó allí. Cuando se cumplían dos minutos de descuento, Castellano pareció bajarlo a Weisheim (el arquero dijo que chocaron) dentro del área en una jugada de último recurso, la pelota siguió su curso y se iba a afuera, pero Capria corrió para tratar de empujarla al gol y entre Rivarola y el Rifle la sacan al córner sobre la línea. Cuando el Mago se disponía a ejecutar el tiro de esquina, Giménez retrotrae la jugada y elimina la ley de ventaja para sancionar el penal que derivó en el gol de la victoria. Esta jugada seguramente traerá mucha polémica pero no volverá la historia atrás. Lo que cuenta es que Central perdió, en gran medida, por los fallos de Giménez.
| |