En Afganistán pasado, presente y futuro parecen que se entremezclan todo el tiempo. En las reuniones de Bonn, donde bajo el amparo de Naciones Unidas se intenta delinear el futuro político de un país que tiene a la guerra como realidad desde hace dos décadas, sólo cuatro mujeres intentan representar a sus pares. Dos por la delegación del ex rey Mohammed Zahir Shah y una por la Alianza del Norte, quienes conquistaron Kabul hace dos semanas. En el grupo político de la etnia hazara, una de sus representantes es viuda de un mujahidin. Y la cuarta es simplemente "Shala", delegada de la Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán (Rawa) quien integra las "listas negras" de los talibanes.
La delegación más numerosa de mujeres es la del ex monarca Mohammed Zahir Shah. El ex rey gobernó el país durante cuatro décadas y fue derrocado en 1973, por su primo Mohammed Daud. Pero, ¿cómo era su Afganistán?
Según datos de Unicef en 1969 la tasa de mortalidad infantil y de niños menores de 5 años eran las mayores del mundo. La esperanza de vida era de 33 años (hoy es de 44 años). El atraso era padecido especialmente por las mujeres: en 1960 el 15% de los niños acudía a la escuela pero únicamente el 2% de las niñas. En 1970 el 13% de los hombres estaba alfabetizado y sólo el 2% de las mujeres (en 1993 llegaba al 13,5%). Afganistán era una monarquía de tipo medieval que ejercía un escaso poder sobre los señores de la guerra y dirigentes étnicos y tribales. Igualmente, en el contexto actual y al no ser un guerrero reconvertido en político, el ex monarca aparece como el más progresista.
Rawa, la revolución femenina
El surgimiento de la Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán (Rawa) en 1977 habla de que los derechos de las mujeres no fueron pisoteados únicamente por los talibanes. Rawa fue organizada por mujeres intelectuales bajo el liderazgo de Meena (militante asesinada en 1987 en Quetta, Pakistán, por agentes afganos de la entonces KGB y con el consentimiento de la banda fundamentalista de Gulbuddin Hekmatyar, quien también estará en Bonn). Desde 1992, Rawa centró su lucha en la oposición a las políticas criminales fundamentalistas.
Otras de las figuras clave en el porvenir afgano es Burhanuddin Rabbani, el líder tayiko que gobernó el país entre 1992 y 1996, y es reconocido por la ONU como presidente. Pero durante su gestión, en febrero de 1993 cerca de 60 mujeres fueron sacadas por hombres armados del Instituto de Ciencias Sociales de Kabul y asesinadas. El ascenso de los mujahidines empezó a recortar los precarios logros de las mujeres en la década comunista.
Es ahí donde la actividad de Rawa, se afirma hasta ser determinante. Con cerca de 2.000 miembros que trabajan tanto dentro como fuera de Afganistán hicieron la revolución con tácticas tan arriesgadas como efectivas. Rawa educó secretamente a niñas y jóvenes. Además Rawa buscó fondos para apoyar a las mujeres que no podían trabajar.