Ute Schnurrer
Bonn. - Con el trasfondo de los dramáticos avances de la campaña liderada por EEUU y la consiguiente pérdida de poder de los talibanes, se inicia hoy en Bonn bajo el patrocinio de Naciones Unidas una reunión que buscará fijar las condiciones de un futuro pacificado en Afganistán. Cuatro grupos con diversos intereses y poderes políticos, étnicos y militares se sentarán en la mesa de negociaciones en la residencia de huéspedes del gobierno alemán en Petersberg, ubicado en un idílico lugar montañoso en las afueras de Bonn. A ellos se agregarán los dos representantes de la ONU para Afganistán, el diplomático argelino Lakhdar Brahimi y su colega español, Francesc Vendrell. La reunión, de la que se desconoce su duración, se celebrará bajo las más estrictas medidas de seguridad. Las autoridades alemanas dispusieron el estado de alerta máxima, aislando por completo al complejo edilicio, tanto para curiosos como para la prensa internacional. Más de mil periodistas han solicitado acreditarse para cubrir los pormenores de la reunión. Las posibilidades de éxito de una reunión a la que asistirán dirigentes con posiciones diametralmente opuestas son catalogadas de moderadamente optimistas, según la apreciación oficial de la ONU. La presión de los organizadores, de los países occidentales que dirigen los operativos militares de la llamada alianza contra el terrorismo, como la de los países que ofrecen ayuda humanitaria y aportes financieros para la reconstrucción del devastado país son sin embargo un elemento de presión decisivo para los casi 40 participantes de la reunión. Los dos temas más acuciantes en la búsqueda de una solución política para este país maltratado por 22 años de invasiones y guerras civiles son la formación de un gobierno provisional de amplia base y el estacionamiento de tropas internacionales de paz que garanticen la seguridad. "Los acontecimientos en el plano militar justifican aún más lo que estamos haciendo aquí", destacó ayer un portavoz de la ONU en Bonn, abriendo una brecha positiva para el éxito de la conferencia. Independientemente del desarrollo de la batalla por Kandahar, el último bastión de los talibanes, el futuro de Afganistán parece estar en manos de la reconciliación de los dirigentes que llegaron a Bonn: monarquistas en torno al depuesto monarca Zahir Shah, comandantes militares y "ministros" de la victoriosa Alianza del Norte, dirigentes étnicos de la llamada Asamblea de Peshawar e influyentes líderes del denominado grupo de Chipre. (DPA)
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