Walter Gaitán vivió una noche con sensaciones encontradas. Era la primera vez que jugaba en contra del equipo que lo vio nacer futbolísticamente y las circunstancias quisieron que este riojano de paso lento pero de habilidad distinguida sacara a Boca de la difícil situación y convirtiera el gol xeneize. Después, cuando Bianchi decidió su reemplazo fue acompañado, quizás como nunca, por la caricia más preciada que puede recibir un jugador que viste la camiseta de Boca: la ovación del pueblo xeneize. El Gaita cumplió con Central porque no festejó su gol, pero también cumplió con Boca y con creces, porque fue uno de los artífices de una victoria tan complicada como importante.
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