El dinero y la fama a una temprana edad son algunos de los elementos que juegan a favor de la problemática y en contra del fútbol. Y todo esto tiene, en teoría, una explicación sencilla: el cada vez más violento profesionalismo. Sobre este punto, Vairo sintetizó que "es desmedido, y va a ser muy díficil cambiarlo. Por eso se ve este tipo de fútbol. Hay países con el mismo grado de profesionalismo, pero tienen otra idiosincrasia, otra manera de aceptarlo. Nosotros no estamos definidos en ese aspecto, porque vivimos cambiando las cosas sobre la marcha. Hay que trabajar de otra manera, dejando lugar a la formación del chico". -Lo que ocurre es que en primera uno lo puede aceptar, pero cuando ese profesionalismo se traslada a las divisiones inferiores todo se complica. -Claro, porque nostros somos formativos y no consumidores. Y con esto está desapareciendo la picardía típica del jugador argentino. -Con todo esto, ¿se hace difícil trabajar con los chicos, especialmente en la parte psicológica? -Seguro, porque estamos hablando de un chico que recién se inicia, que está esperanzado y es allí donde nacen las confusiones. En realidad es un trabajo que tienen que hacer el técnico y los padres para bien del chico. Los dos tienen que ser partícipes de esa formación. Otra de las cosas es que desaparecieron los maestros, hoy cualquiera dirige, y no es sólo cuestión de decirle a un chico cómo se patea un córner. -¿Tiene retorno este camino? -Yo pienso que sí, pero lo que pasa es que son pocos los clubes que destinan un buen presupuesto a las divisiones inferiores. Incluso hay clubes que no deberían competir en primera división. Para cambiar el trabajo en las inferiores hay que cambiar las estructuras el fútbol. -¿Argentina sigue siendo una cantera inagotable de jugadores o cada vez se hace más difícil encontrarlos? -Creo que ya era difícil hace tiempo. Generalmente en las grandes ciudades, donde fue desapareciendo el potrero. Ahora más que nunca el jugador está en el interior porque están constantemente ligados con el fútbol, tienen el potrero a mano.
| |