Año CXXXIV
 Nº 49.103
Rosario,
lunes  30 de
abril de 2001
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No supo aguantarlo
Ñuls era una fiesta pero River lo volvió a la realidad
El equipo del Parque ganaba 2 a 0 y en seis minutos perdía 3 a 2

Gustavo Conti

Que Ribolzi haya dicho que Newell's jugó los primeros 30 minutos espectaculares. Que un River al borde del nocaut diera vuelta la historia. Que Gallego y su cuerpo técnico terminaran pidiendo desesperada y exageradamente la hora. Que los hinchas rojinegros despidieran al equipo con aplausos. Todos esos flashes de un partido emocionante sólo por ráfagas confluyen a las mismas conclusiones: el conjunto de Ribolzi viene evidenciando desde hace un tiempo síntomas de madurez y en el camino a forjar su identidad como equipo se expone a golpes anímicos como el de ayer en el Parque, donde tuvo a uno de los líderes a sus pies pero le terminó rindiendo pleitesía.
Que Ribolzi haya dicho que Newell's jugó los primeros 30 minutos espectaculares es una exageración, pero adquiere sentido si se tiene en cuenta la propia realidad rojinegra frente a los quilates del rival que tenía enfrente, y la inteligente propuesta táctica que los jugadores pusieron en práctica para anularlo.
Desde ese punto de vista, el técnico al menos tuvo razón en estar muy satisfecho con sus dirigidos en esos 30', porque Ponzio anuló a Ortega, Reasco a Coudet, Quintana tapó la subida de Hernán Díaz y los tres del fondo siempre encimaron a Cardetti y, sobre todo, a Saviola. Del otro lado, Zapata trataba de controlar a Rodríguez y Astrada, cuando el físico le daba, encimaba a Manso, mientras Pavlovich era absorbido por los reaparecidos Yepes y Celso Ayala.
Tanta previsión le quitó lustre al choque más trascendente de la fecha y por eso el gol parecía una utopía. Pero el Ruso también tuvo motivos para enorgullecerse de los suyos, porque de una genialidad de Manso y otra de Damiani, Newell's se puso al frente simplemente por aprovechar su momento de lucidez ofensiva. Pero...
Que un River al borde del nocaut diera vuelta la historia quizás sorprendió a los 30.000 leprosos que ya celebraban lo que hubiera sido la victoria más importante del ciclo Ribolzi. Porque el equipo del Tolo quedó realmente shockeado con el 0-2 y dejaba la impresión de que si Newell's aceleraba más lo liquidaba. Pero el líder es el líder y en seis minutos, con la luz de Saviola, errores ajenos, y con toda su jerarquía individual, se puso al frente. Y más de uno pensó que lo hizo casi cuando se lo propuso.
Pero que Gallego y su cuerpo técnico terminaran desespera y exageradamente pidiendo la hora, indicó que no fue tan así, que en definitiva River tuvo en Newell's a un rival que estuvo a su altura y que sólo adoleció de ese aura de equipo ya hecho para manejar su momento.
Que los hinchas rojinegros despidieran al equipo con aplausos resultó entonces el mejor reconocimiento a un Newell's que como mejor (y quizás único) saldo se llevó la sensación de que va por buen camino. Pese a que tenga aprender a los golpes.



El partido cambió de dueño con una increíble velocidad.
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