En cada visita de River o Boca a Rosario es común que los periodistas pongan el grito en el cielo por la mala y escasa -a veces nula- atención que dispensan a la prensa. Sin embargo habrá que hacer un mea culpa y decir que no es menos complicado que intentar llegar a la conferencia de prensa que se realiza en el vestuario de Newell's después de cada partido que el equipo del Ruso Ribolzi juega de local. Acceder a la misma o al playón de estacionamiento para hablar con algún jugador es una odisea, y encima partido tras partido cambian los accesos y la metodología de trabajo, con lo que se suelen producir las lógicas discusiones entre los hombres de prensa y los controles, a las que en ocasiones como ayer se suma la policía. Pero ayer la situación llegó al extremo cuando la misma gente de prensa de Newell's, con su jefe José García a la cabeza, juntó a un grupo de periodistas para acompañarlos hasta la sala de conferencia -a las que encima sólo va Ribolzi-. Pero menuda fue la sorpresa cuando tras pasar un par de controles con cierta dificultad, se chocó con la negativa de un portero, con el que no hubo manera de entrar en razones. Conclusión: cada uno debió buscar la mejor manera de acceder a la conferencia, con las consiguientes dificultades que eso acarrea en una cancha poco funcional como la de Newell's. Eso sí, el playón de estacionamiento, a la que generalmente no dejan entrar al periodismo, es zona franca para todos los curiosos que pululan por el lugar. ¿No será hora de que alguien marque el rumbo y de una vez por todas establezca criterios lógicos de trabajo y convivencia?
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