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 sábado, 06 de octubre de 2007  
Educar la mirada, una tarea que toca los sentidos
Un seminario de Flacso debatió sobre experiencias en pedagogías de la imagen

Marcela Isaías / La Capital

Un manual que circula fotocopiado entre periodistas recoge uno de los talleres que el maestro de la crónica periodística y ensayista polaco, Ryszard Kapuscinski , dictó en el 2002 en Buenos Aires. Se llama “Los cinco sentidos del periodista: estar, ver, oír, compartir y pensar”.

Quizás esas cinco claves que propone Kapuscinski —falleció en enero de este año— a modo de herramienta de trabajo es la mejor manera de resumir la propuesta debatida en un seminario internacional, realizado la semana pasada en Buenos Aires y que lleva la consigna “Educar la mirada”. 

Organizado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), pedagogos, documentalistas, fotógrafos y pensadores de la cultura se propusieron sensibilizar sobre lo que llaman una pedagogía de la imagen.

Nada tiene que ver con una clase didáctica de cómo sacar fotos, usar una cámara o interpretar un cuadro. En todo caso si hay un punto en común que reconoce esta iniciativa es la búsqueda de nuevos icónos, de nuevas formas de ver el mundo y construir identidades.

En consonancia con esta idea, más tarde, al cierre del encuentro, el profesor de filosofía de la Universidad de Barcelona (España), Jorge Larrosa, diría “que la que enseña es la vida, y la tarea de la pedagogía es acompañar”.

Y sí las experiencias que se sucedieron en el seminario buscaron acompañar una tarea que es aún incipiente en las aulas, y que especialmente debe resistirse a caer en la “escolarización” de las imágenes y los recursos que las transmiten (el cine, la fotografía, la pintura, etc.).

No es casual que la pedagoga Ana Abramowski haya planteado en su presentación que la llegada de las imágenes “permiten renovar conceptos”, y que más tarde el educador Carlos Skliar trasladara al público (la mayoría docentes) la inquietud sobre “si educar implicaba acomodar o desacomodar esa mirada”, y renglón seguido propusiera empezar “por pequeños gestos”.

¿Y cómo se comienza a trabajar con pequeños gestos? Quizás una muestra de lo que se busca acompañar a través de una pedagogía de la imagen lo mostraron las distintas experiencias recogidas en los paneles.

“Mira mi mirada”. Así tituló Iván Casablanca Ramírez, un educador colombiano y director de la Editorial OctoActo, que se metió de lleno a trabajar en una escuela para niños con discapacidades intelectuales usando la fotografía como mediadora de una interacción afectuosa.

“¿Cómo fotografiar la discapacidad?” fue el interrogante que el educador se formuló y que le permitió entender la carga de estereotipos y prejuicios con las que suelen verse las diferencias.

Primero tomó sus propias fotos, todas de rostros de niños y niñas de esa escuela. Pero luego fue por más, y con la simple explicación de “aprieta aquí”, según definió “su clase magistral de fotografía”, puso en manos de los chicos la cámara para que ellos le entreguen las miradas de sí mismos y de los otros. Esta vez, la sucesión fotográfica de tomas hechas por los chicos devolvió al auditorio la invitación a pensar en una sociedad inclusiva.



Trabajo en red

El mismo recurso de poner una cámara fotográfica o de video en la mano para “mostrar lo que no se ve” es de lo que se valen otros proyectos. Uno es el que desarrolla la Fundación PH 15 en Ciudad Oculta de Buenos Aires con jóvenes y chicos en situación de vulnerabilidad.

A través de talleres se enseñan pasos mínimos para usar sencillas cámaras. Lo más importante en este trabajo es analizar, debatir y expresarse sobre las imágenes que registran los mismos integrantes de los talleres.

En el mismo camino trabaja la experiencia uruguaya “Todos somos fotógrafos”, que aspira a construir “un diálogo identitario” visitando en especial las zonas rurales. La particularidad de este proyecto es que se vale de la estenopeico, una técnica que enseña a sacar fotos con cajas o latas.

Estas iniciativas comparten con otras, basadas en audiovisuales, la idea de un trabajo en red (en general con las organizaciones barriales), de participación, de construcción colectiva y de expresión.

Ariel Tcach, del área de comunicación de Barrios de Pie, suscribe a esta línea inspirada en la filosofía de Paulo Freire y desarrollada en lugares de alta vulnerabilidad. En este caso, en el conurbano bonaerense. La explicación de estos talleres es acompañada con un corto de producción barrial, sobre “El embarazo adolescente y sida”. Un guión escrito y protagonizado por los mismos vecinos.

De manera similar, pero ya mirando a la escuela, se desarrolla el proyecto del Ministerio de Educación nacional “Subite al colectivo”, que recorre los pueblos y ciudades más distantes con talleres de teatro, danza y cine.

En otro terreno más amplio se inscribe la estrategia de comunicación que se han dado los pueblos originarios en Bolivia para rescatar y resguardar sus identidades. Iván Sanjinés, el director de este proyecto comunicacional apoyado por el gobierno de Evo Morales, destaca dos patas fuertes del trabajo: una los talleres audiovisuales donde se busca poner de relieve los derechos de estos pueblos y otro en el primer canal de identidad indígena, “Entreculturas”. Uno y otro comparten la meta de “recuperar y fortalecer la capacidad de contar”, basada en el respeto a los derechos.

Varios interrogantes quedaron al final del seminario, y quizás una primera certeza: la idea de que educar la mirada implica nada menos que tocar la emoción.
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