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sábado,
05 de
mayo de
2007 |
Entre la fe y las malas palabras
-¿Les resulta difícil separar el sacerdote del hincha cuando van a la cancha? ¿Se contienen para no insultar, para no pecar?
-No, eso que las malas palabras es un pecado no es tan así. Lo que es un pecado es la bronca, la violencia o el resentimiento hacia el otro. Nunca la palabra es un pecado, sí lo es ese sentimiento nocivo que va detrás. Digo esto porque los argentinos a las denominadas malas palabras a veces las usamos hasta como elogio, y de eso nadie mejor que el Negro Fontanarrosa para explicarlo. De todas formas uno es sacerdote siempre y un ser humano siempre. (Walter)
-Muchas veces el insulto dicho al aire actúa como una descarga y si ese es el límite está todo bien. Cuando hay un equilibrio emocional no hay riesgo. Un deporte es lo más sano que hay y una competencia dentro del marco normal también lo es. A veces la violencia viene de otras causas más profundas. Con respecto a cuando voy a la cancha, muchas veces voy con el cuellito de sacerdote y nunca tuve problemas. Es más, así como nosotros los hinchas idealizamos a los jugadores, algunos fieles idealizan a los curas, pero es un error porque somos todos iguales, seres humanos con idénticos problemas y vivencias. Un día alguien se sorprendió al verme en la fila de las elecciones de Central, y sí, iba a votar porque soy socio, como cualquier otro, y me equivoco como todos. (Sandro)
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