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 sábado, 14 de abril de 2007  
Misión: goles
Central quiere mejorar su efectividad en la red

Aníbal Fucaraccio / Ovación

Para salir de la última posición Central necesita un triunfo como agua. Y para saciar su angustiosa sed de puntos, Carlos Ischia ya detectó una de las fallas de base: el equipo no tiene gol. Padece ausencia de pólvora. El técnico ya se percató de esa significativa carencia que preocupa, sobre todo cuando se está atravesando el umbral de la mitad del Clausura.

La salida de este atolladero no asoma sencilla. Central no cuenta con un goleador de raza. Puede estar concibiendo o acunando alguno, pero todavía está muy lejos de poder cosechar los frutos de un artillero que transforme en goles la cantidad de ocasiones que genera. Por eso necesita del esfuerzo grupal para disimular defectos de serie.

Central marcó seis tantos en ocho partidos. Luego de Gimnasia (Jujuy) y Chicago (cinco), es el conjunto con menos tantos a favor en el torneo. Su goleador es Emilio Zelaya con sólo dos conquistas, muy lejos de las ocho estocadas que elevan a Martín Palermo al escalón más alto del escalafón de artilleros del certamen.

Para desmenuzar la producción canalla vale resaltar que dos goles fueron señalados por delanteros (Zelaya, ante Boca y Lanús), dos por mediocampistas (Di María, ante Lanús, y Damián Díaz, ante Godoy Cruz) y dos por defensores (Ledesma, ante Belgrano, y Raldes, ante Banfield).

Ischia percibió rápidamente este mal auriazul apenas asumió la conducción del equipo y en su primera semana de trabajo apuntó a la raíz. "Es una cuestión de vocación", afirmó el entrenador. "Desde la primera práctica les dije a los jugadores que no pueden dejar de pensar en los arcos: en el propio para que no nos conviertan; y en el del rival para poder aprovechar las chances que se nos presentan", explicó.

De esa manera, el conductor canalla reconoció tácitamente que no cuenta con un hombre-gol, con tendencia asesina en el área adversaria. Y que por eso, está trabajando para encontrar variantes colectivas sostenibles que lo acerquen al objetivo final.

El fútbol es un arte pasional y básico. No encierra misterios. Sólo hay que marcar más goles que el rival para ganar el pleito. Y si Central no concreta las posibilidades que construye con tanto esfuerzo y, además, paga excesivamente caro cada error o distracción que comete en defensa, evidentemente, así la ecuación no cierra. No hay negocio posible.

La única manera de cambiar la mano radica en un asunto de actitud. Los canallas deben convencerse de que no son menos que nadie. Tienen que elevar la autoestima, asumir el estado de necesidad terminal, templar conductas y despertar un nuevo instinto. Con una misión dominante: goles.
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El juvenil Damián Díaz jugó dos partidos y marcó un gol.

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