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 domingo, 08 de abril de 2007  
Bajo el agua. El Ministerio de Educación dijo que se darán clases en las escuelas que estén en condiciones
Santa Fe demora en normalizarse
La Justicia frenó el desalojo de evacuados que están refugiados en las escuelas capitalinas

Jorge Sansó de la Madrid / La Capital

Santa Fe.— En una urgida búsqueda de paradigmas que permitan recrear rutinas y repongan la sensación de normalidad, el gobierno apura el retorno de la actividad escolar en esta ciudad para mañana. Por eso es que debe cruzar los dedos para que nuevas lluvias —como las de ayer a la mañana— no boicoteen su iniciativa. Esta vez el pronóstico parecería amoldarse a los planes oficiales. Augura buen tiempo al menos hasta el promediar de la semana que hoy se inicia.

   También debería vaciar en las próximas 48 horas los establecimientos escolares de damnificados por la inundación y esa tarea no sólo es casi imposible de hacer de modo ordenado toda vez que buena parte de los 10 mil evacuados actuales está alojado en escuelas sino que ayer fue impedida por decisión judicial.

   Pero la idea de retomar las clases no estuvo exenta de polémica. Paradójicamente, coincidiendo con la ministra y el viceministro de Educación, Adriana Cantero y Víctor Debloc, respectivamente, en que la escuela es el mejor sitio para dar contención, el Comité de Solidaridad presentó una demanda a la Justicia buscando asegurarse de que la necesidad política del gobierno no prime sobre la necesidad de resguardo de las víctimas de la inundación.

   En otras palabras, “pedimos que no los empujen desde las escuelas hasta tanto los propios evacuados consideren que sus hogares están en condiciones de ser habitados nuevamente”, explicó uno de los peticionantes a este diario.



Otra vez lluvia. Desde la madrugada y hasta el mediodía de ayer llovió con más fuerza que intensidad —la marca superó apenas los 20 milímetros— pero para una ciudad que siente el mar desplomado sobre sí, una gota más es siempre angustiante. Por esa razón al atardecer cuando el cielo perdió su blindaje gris despejó el paso a unos tímidos rayos solares, los santafesinos sonrieron.

   Expresiones alusivas a la intensa y extraordinaria humedad con que la conviven como “nos van a salir hongos en las orejas” o “prontamente los santafesinos mutaremos a tener aletas y escamas”, y otras por estilo que se escuchan en cualquier cola de banco o almacén, tenían ayer una connotación a la mañana y otra por la tarde. Mientras a la mañana, cuando todavía llovía, era un lamento lleno de rabia, pero a la tarde parecían cargadas de un ánimo más componedor (y esperanzado) sino de humor. Quizás eso coadyuvó a que por primera vez en varios días anoche la crónica de este diario no registró ningún piquete al momento de su cierre.



Salud psíquica. Es que a medida que el drama comienza a bajar —más lentamente de lo que se desea— en la intensidad de su presente y comienzan a hacerse evidentes los daños que sobrevendrán, se va tornando imperioso comenzar a pensar en la salud psíquica de los santafesinos. La capital provincial sumó a la crisis económica nacional de 2001 y 2002 (que significó grandes pérdidas para los que menos tienen) la devastadora inundación del Salado en 2003 que terminó de quebrar su economía. Desde entonces se acentuó la violencia social —en hogares, barrios y escuelas— de un modo alarmante.



Estadísticas. No hace mucho, las estadísticas oficiales de la Policía Federal hablaron de más muertes violentas en Santa Fe que en Rosario en términos absolutos. Los organismos especializados registran un exponencial aumento de agresiones graves entre cónyuges, padres e hijos, jóvenes, alumnos y docentes, vecinos, etcétera.

   De allí es que comiencen a preocupar los síntomas psicosomáticos que dejará en la población de esta ciudad, en afectados directos como en damnificados indirectos, esta nueva crisis por tanta lluvia. Este trasfondo está instalado en la discusión que se abrió referida al desalojo de evacuados de edificios escolares.



Asistencia. En el escrito presentado por la docena de entidades y organismos que componen el comité se afirma que “en medio de tanto dolor y angustia, una de las formas eficaces de asistencia y consuelo que recibieron las personas afectadas, fue la aportada por docentes y comunidades escolares que los acompañaron en los establecimientos que fueron convertidos en centros de evacuados/as”.

   Desde el Ministerio de Educación, el viceministro Debloc dijo a La Capital que esa cartera comparte la misma inquietud expresada por los organismos de derechos humanos y aseguró que la idea es “una normalización paulatina. Se dará clases en aquellas escuelas que estén en condiciones de hacerlo. No hubo ni habrá un orden de desalojo compulsivo”.

   Por su parte, el ministro de Gobierno puso énfasis en esa coincidencia: “Gobierno y sociedad civil estamos preocupados por las condiciones en que los evacuados deberán volver a sus hogares. De esto hay que sacar como primera conclusión que estamos hablando del retorno. Eso, mientras el clima no dicte otra cosa, quiere decir que la emergencia en su punto más acuciante tiene a ceder”.

   Por la tarde, el juez en lo civil y comercial Claudio Bermúdez dispuso (y comunicó al Ejecutivo) la suspensión de los desalojos de los centros de evacuados que se encuentran funcionando en las escuelas, sosteniendo que “de mantenerse la situación existente respecto de las personas que se encuentran evacuadas en establecimientos escolares, permanecerán en los mismos hasta que por sí mismos y en plena garantía de libertad, decidan trasladarse a otros lugares que respondan a sus necesidades más básicas y urgentes”.

   El juez aceptó los argumentos presentados bajo el procedimiento que de la ley 10.000 de intereses difusos, según los cuales en las actuales condiciones resulta imposible la “vuelta a la normalidad” que pretende el gobierno, ya que muchos barrios siguen viviendo la consecuencia de la inundación y que otros todavía tienen agua en las casas. Esta “vuelta a la normalidad” es imposible mientras siga lloviendo ya que las condiciones de higiene y de seguridad no son las recomendables; profundizado todo esto por la soledad y la desprotección con la que los vecinos están retornando a sus hogares.
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El Comité de Solidaridad pidió que los evacuados no sean forzados a dejar los establecimientos educativos en que se encuentran hasta que sus viviendas estén en condiciones de ser habitadas. “Queremos que no los empujen de las escuelas”, se afirmó.


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