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 domingo, 08 de abril de 2007  
Bajo el agua
Bajo el agua: Rosario bajó su nivel de protección

Claudio González / La Capital

Rosario bajó el denominado "nivel de protección" frente a las catástrofes hídricas como la vivida en la ciudad durante la última semana de marzo. La conclusión se desprende de los estudios que realizan los especialistas de la Municipalidad tomando como variable dos factores: el aumento del régimen de precipitaciones y la falta de obras fundamentales para que los cursos de agua que rodean la ciudad fluyan correctamente hacia el río Paraná sin afectar las barrios bajos y periféricos, principalmente de la zona norte.

En Rosario cayeron 504 milímetros de agua en cinco días. Esa cifra corresponde a la mitad de las precipitaciones estimadas para todo un año en la zona de la Pampa Central (Santa Fe, Rosario, Rafaela y Esperanza). ¿Las causas? Es de público conocimiento la advertencia de los ambientalistas y documentos internacionales donde se menciona al calentamiento global como principal factor de modificación del comportamiento de la naturaleza.

Rosario ya lo padece y el dramático resultado fueron más de 4.000 evacuados y pérdidas materiales cuantiosas. Particularmente lo sufrieron en carne propia los vecinos de los asentamientos irregulares al margen del canal Ibarlucea, en la zona norte. También en barrios como Cristalería, Municipal y la zona rural de Nuevo Alberdi.


Otras reglas
Según el director de la Unidad de Planificación y Gestión de Obras Públicas de la Municipalidad Hugo Orsolini los factores naturales como el incremento sostenido de precipitaciones hicieron que bajara el nivel de protección previsto para la ciudad ante estas catástrofes En definitiva la naturaleza modificó las reglas del juego y las obras previstas hace 20 años deberían concretarse lo antes posible

Sin la intención de alarmar, el especialista advirtió "que hay que enfrentar los problemas que derivan de estas modificaciones naturales". Respecto a los barrios anegados y el agua de lluvia acumulada en las calles, Orsolini detalló que en las zonas periféricas donde no hay pavimento ni obras pluviales, las zanjas funcionan como desagües: "Esto históricamente es una limitación porque la zanjas no pueden transportar grandes niveles y desbordan. Más aún cuando las lluvias son intensas y persistentes".

Igualmente, estas denominadas técnicamente "inundaciones locales" se pueden solucionar con obras inmediatas, como zanjeo, ensanche y rectificado de cursos, entubamiento de tramos y, en algunos casos, erradicación o traslado de viviendas que obstruyen el paso de agua. "La Municipalidad tiene una comisión de emergencia que está haciendo un relevamiento de estas zonas para dar soluciones rápidas y a corto plazo", aseguró Orsolini.


Sin terminar


Aunque el problema más agudo radica cuando las lluvias regionales producen el desborde de los arroyos concretamente el Ludueña y el canal Ibarlucea Aquí nos encontramos con dos cosas las obras planificadas hace 20 años no se hicieron Se construyó la presa de retención de crecida el aliviador n º 2 y quedó por hacer el reacondicionamiento de una parte de los canales Ibarlucea y Salvat y un tramo del Ludueña entre la avenida Jorge Newbery y la ruta nacional N º 9 precisó Orsolini

En el caso del Ibarlucea, la obra debería agrandar sustancialmente su diámetro y lo llevaría de 15 metros a 42, mejorando así su descarga en el arroyo Ludueña, en el límite norte de la ciudad.

Cabe recordar que el gobierno provincial ya contrató las obras para realizar los puentes y la embocadura de los entubamientos del Ibarlucea. "Eso mejorará la partición de los caudales del Ludueña, sobre todo para que no se afecten los barrios de Empalme Graneros, sobre calle Chaco, entre Olivé y Juan B. Justo", enfatizó el ingeniero.

Igualmente recalcó que, de haberse hecho antes, "se hubiera evitado el desborde del Ibarlucea, que descargó demasiado en el Ludueña, y todo lo que sucedió con los evacuados", sentenció Orsolini.

Respecto a la protección del Ludueña, su cuenca estaba preparada para recibir lluvias como las ocurridas en promedio, cada 50 años. "Si se triplican, estaríamos en esa escala, pero cada 30 años. Es decir, nos ha bajado el nivel de protección, antes estábamos más tranquilos y ahora van a aparecer lluvias importantes más seguido. Hay que pensar cómo recuperar ese nivel de protección", abundó el profesional.

Las alternativas planteadas para paliar definitivamente los problemas de las crecidas en Rosario ayudarían a recuperar el denominado nivel de protección que se había previsto para Rosario hace 20 años atrás. Mientras tanto, sólo queda esperar que la naturaleza no devuelva con saña lo que la mano del hombre ha ido modificando.


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