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 sábado, 24 de marzo de 2007  
A 31 años de la última dictadura militar, un tema que convoca a las escuelas
Cuando la historia deja de ser silenciada en las aulas
En muchas instituciones educativas hubo actos para recordar un nuevo aniversario del golpe

Matías Loja / La Capital

“Qué hacían esas madres que se ponían los pañuelos blancos antes que sus hijos desaparecieran”. La frase sonó estridente en el aula de la escuelita de La Pampa, cuando la directora interrumpió la clase que la maestra de formación etica y ciudadana había preparado para trabajar con los alumnos de EGB 3, el 30 aniversario de la última dictadura.

El hecho, ocurrido a fines de marzo del año pasado, fue tomado por los principales diarios, generando infinidad de debates y controversias sobre el lugar que deben tener estos temas, ligados a la memoria, la identidad y la defensa de los derechos humanos en las aulas.

Muchos otros casos similares, que no trascendieron en los medios, dieron cuenta de los prejuicios, miedos, complejidades y restricciones que este tipo de temas generan en algunas instituciones educativas. Chatas pero efectivas teorías demonizantes mediante, el 24 de marzo es aún un tema silenciado en algunos ámbitos donde, a priori, se presentan como más favorables para trabajarlos.

Pero también es importante reconocer que en muchas escuelas, la recuperación de la memoria ha encontrado un lugar fundamental, y por demás de propicio para ser repensada, tanto con los alumnos como con sus familias.

Celia Alonso, directora de la Escuela Nº 299 “Ceferino Namuncurá”, comenta que los docentes de la institución propusieron este año invitar a los padres de los alumnos para charlar sobre el tema. En este sentido, la responsable de la escuela cuenta que la mayoría de los chicos proviene de la villa situada enfrente del establecimiento, de José Ingenieros al 8600, por lo que estimaron conveniente reflexionar también sobre el 24 de marzo con las familias.

“Después de haber pasado muchos años callado, porque el miedo no es tonto, y porque los fundadores de esta escuela son tres desaparecidos, la escuela se compromete cada vez más con esta temática”, apunta por su parte Teresa Anfuso, directiva de la Escuela Nº 1.209 “Provincia de Chaco”.

La institución, unicada en el barrio Cabín 9, de Pérez, está atravesada de manera sustancial por esta historia, lo que motivó que el año pasado, bautizaran a la sala de computación con el nombre del maestro Raúl García, docente desaparecido durante la última dictadura militar, mientras que desde 2006 el laboratorio de la escuela lleva los nombres de Miguel Angel y Juan Carlos Gauceñio, desaparecidos que también formaban parte de la institución.

Durante años, la instalación de este tema en la agenda social, salvo exepciones, estuvo en manos de los organismos de derechos humanos, militantes políticos y sociales, pues era, y es, una cuestión incómoda para algunos sectores.

Pero Teresa Anfuso no duda en afirmar que sobre esta cuestión, al igual que en otras, el rol de la escuela es importantísimo, sobre todo con los adolescentes y jóvenes, “porque esta política neoliberal y el consumismo puro está deshumanizando a los chicos, y cuesta mucho trabajo llevarlos a temas vinculados a la recuperación de la memoria.

Si bien ayer fue el día destinado para el acto organizado para tratar en las aulas el 31º aniversario de la última dictadura militar, Delma Said, directora de la Técnica Nº 638, apunta que en realidad en esta escuela cuestiones como la memoria y la identidad están presentes a lo largo del año, de manera que no queden restringidas sólo a la fecha del 24 de marzo, sino que se puedan utilizar como disparadores para tratarlos en distintas épocas. “Creo que corresponde trabajar estos temas en la escuela, porque sabemos que los chicos no siempre tienen la posibilidad de hablar de esto en sus casas”, añade Said.

Así, desde los más chicos a los más grandes, las escuelas buscan la mejor manera y estrategia para dejar atrás el ostracismo al que durante años fueron condenadas las historias, sueños y dolores del pasado reciente.

Y buscar también desde la oscuridad y el horror de ciertos hechos la veta oculta para hacer memoria activa desde el presente. Como en el Eempa Nº 1.299, ubicado en la planta alta de la escuela Magnasco (Ovidio Lagos y Zeballos), lugar en donde en tiempos de la dictadura funcionara un centro clandestino de detención.

Desde hace años, docentes y alumnos de la escuela trabajan en la toma de conciencia y en el cultivo de la memoria. El taller de muestra de fotos y debate “Aprender y enseñar ahí”, son una muestra de la labor que se viene realizando en la escuela. Nombre que remite a la densidad y paradoja que representa llevar adelante un proyecto educativo en el mismo lugar en donde hace 30 años era utilizado como centro de torturas, por donde pasara entre otros Jaime Dri, cuyo testimonio es recogido por el libro de Miguel Bonasso “Recuerdo de la muerte”.



Formación docente

Pero así como las escuelas se ven envueltas por estos días ante el dilema de cómo trabajar este “feriado nacional”, el tema también interpela a la formación de los futuros docentes, en tanto hijos directos de esta época y de la restauración democrática.

“La temática del 24 de marzo en la formación docente no está presente en líneas generales, es un tema que aún a pesar de los 31 años de la última dictadura y los casi 24 años de democracia continua siendo prohibido”, afirma Silvana Cadahia, responsable del profesorado de EGB 3 y polimodal en historia del Instituto Nº 28 Olga Cossettini.

La autocensura de los “formadores de formadores”, la persistente tensión entre el recuerdo y el olvido, la presencia de eufemismos y lugares comunes, y el error de creer que mantener la memoria sobre esos acontecimientos imposibilitan el diálogo y la construcción social son algunas de las trabas que la docente considera como principales obstáculos para abordar este tema con los nuevos docentes.

La historia reciente se presenta cada vez con más fuerza en las aulas, exhoratando por igual a docentes, alumnos y padres a no darle la espalda a esta fecha que, como el 16 de septiembre (La Noche de los Lápices), invitan a armar el rompecabezas de la identidad silenciada. La fecha en sí es un disparador para ir al encuentro de aquellas historias, y memorias, que estaban veladas.
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Algunas escuelas proponen abordar temas como identidad y derechos humanos todo el año.

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