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 jueves, 16 de noviembre de 2006  
Jaghim en el country. Hoy se estrena "Cara de queso" en los cines rosarinos
"Mi idea no es cambiar el mundo sino dar una mirada distinta del judaísmo"
Ariel Winograd dijo que su comedia toma distancia del folclore que mostraron otros directores de su origen

Rodolfo Bella / La Capital

"Cara de queso", que se estrena hoy en los cines rosarinos, puede verse como un relato de cuatro chicos judíos que descubren algunos secretos de la vida durante sus vacaciones en un country. Sin embargo el director Ariel Winograd decidió superar ese tipo de costumbrismo y transformó su filme en una comedia "muy ácida" sobre una familia judía, según adelantó el realizador a LaCapital. El guión, que ya fue vendido para una remake en Estados Unidos, contó como parte de su financiación con 100 mil dólares que Winograd obtuvo después de protagonizar una ingeniosa campaña en Nueva York, mientras ejercía una pasantía como asistente de Spike Lee. "Cara de queso" intenta desafiar lo que puede aparecer como "políticamente correcto en otras películas sobre la comunidad y el folclore judío", dijo el realizador. También confesó que pudo tener en el reparto a los actores que soñó, desde figuras como Mercedes Morán, Federico Luppi y María Vaner, además de Sergio Denis y Silvia Pérez, hasta algunas de la última generación como Nahuel Pérez Biscayart ("Amas de casa desesperadas") y Carlos Kaspar ("Resistiré").

-¿Cuál fue el origen de la película?

-Me parecía interesante mostrar algo distinto dentro del panorama de las películas con temática judía con las que no me sentía identificado por diferentes puntos de vista. Sentía que las películas que están hechas eran políticamente muy correctas y que el folclore judío que mostraban no tenía una vuelta o una mirada mucho más cínica tal vez, más dura y no tan políticamente correcta. Tampoco mi idea es cambiar el mundo ni nada parecido, solamente quería aportar una mirada distinta del judaísmo.

-¿Qué fue lo que molestó?

-No es algo puntual, sino que fue el tono, la mirada y el sarcasmo. La película es muy crítica con algunos personajes y su relación con la religión judía. También mi idea no es ser tan cerrado sino, al contrario, demostrar que todas comunidades y toda la gente es igual; que tanto la comunidad judía, como la católica y la musulmana tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Me pareció lindo ser un poco ácido con respecto a la realidad y no seguir pensando que todavía es un tema grande de conversación o que se está sufriendo todo el tiempo por el Holocausto, sino que también hay preocupaciones por realidades más concretas, como está planteado en la película que transcurre en la época del menemismo, en enero del 94.

-En ese marco, ¿qué connotaciones tiene el subtítulo de la película "Mi primer gueto"?

-Es directamente un subtítulo provocador, pero no lo usé desde el lado de la metáfora. La palabra gueto remite obviamente a algo horroroso, pero en este caso surge a partir de una teoría mía que está relacionada con que en la época del Holocausto a los judíos nos ponían en guetos y que nuestros padres, de grandes, armaron sus propios guetos. Está usado a partir de ahí, como ver la vida encerrada dentro un Tupperware. En el Holocausto, lamentablemente por obligación, y en los 90 por opción. Quise hacer ese tipo de puente entre esas dos cosas. La película es dura y bastante dramática pero por sobre todas las cosas es una comedia muy ácida. Pero esta película podría haber sido sobre un country católico o sobre otro cualquiera. Es judío porque yo soy judío y decidí contar la historia desde ese lado, pero no es una película religiosa, sino de iniciación.

-¿Cómo reuniste a un reparto tan heterodoxo?

-La respuesta es mucho más simple de lo que parece. Pensamos en personajes y no en actores y nombres. Además el guión gustó mucho y cada actor que soñábamos en un principio se copaba muchísimo después de leer el guión.


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María Vaner y Mercedes Morán son parte del elenco.

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