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 jueves, 16 de noviembre de 2006  
Testimonios de la calle y de la vuelta al hogar
Carreras por salvar el auto y llanto por los graves daños

Tras la feroz tormenta, La Capital recogió los testimonios de los rosarinos que se encontraban en la calle, en su trabajo o en su casa cuando las piedras azotaron la ciudad. Algunos con angustia, otros con bronca y sorpresa e incluso temor, contaron su experiencia. Algunos relatos que ilustran lo que pasaron miles de rosarinos.

Carlos Colombo, 45 años, Francia al 1300. "Estaba en Cablevisión cuando empezó a caer la pedrada. Entonces, salí para sacar el auto de la calle con la idea de entrarlo a un garaje y en eso estaba cuando me pegó un piedrazo en la cabeza. Sentí el golpe, pero recién me di cuenta de que tenía un tajo cuando me vi la camisa toda manchada de sangre. El auto se salvo, sólo tiene unos golpes. El que sacó la peor parte fui yo: cuatro puntos en la cabeza".

Lorena Carnevale, 32 años, Uruguay al 2500. "Estaba trabajando en mi estudio jurídico. Las piedras caían, impactaban en los vidrios de la oficina y directamente los hacían añicos. Pensé en el auto, salí corriendo porque quería salvarlo pero los pedazos de hielo me pegaron muy fuerte. Ahora estoy llena de moretones en los brazos y las piernas. Y el auto quedó destrozado".

Lucas Chavero, 38 años, Presidente Perón y Barra. "Esto me tira veinte años para atrás (se refería a los importantes daños que la piedra causó en los cerca de 30 autos que tiene en exhibición para la venta en su concesionaria). Estos autos están casi todos en consignación. ¿Qué les digo a los dueños? Me los dejaron en buenas condiciones y ¡mire cómo están ahora! Mire ese Renault (12), parece que estuvo en la guerra".

Susana Baudissone, 62 años, Santiago y San Luis. "Llegué a mi casa desesperada apenas terminó el agua y lo peor es que cuando entré vi que parecía que la habían bombardeado. La galería, cerrada de acrílico, estaba completamente destruida. Y encima todo el piso estaba tapizado de agua, hielo y vidrios rotos. La verdad no lo podía creer, no sabía qué hacer y me puse a llorar".

Iris Santarelli, 63 años, Iriondo y Pellegrini."Cuando empezó la tormenta estaba en la calle, logré refugiarme en un barcito, pero era terrible ver cómo caían las piedras y la gente corría para todos lados. Logré llegar a mi casa y de milagro está todo entero porque en el resto de los departamentos de mi edificio hizo estragos, con vidrios rotos y todo".

Adrián Gerber, 40 años, barrio Parque."Salí del trabajo y me tuve que tomar un colectivo para ir hasta mi casa porque no había un solo taxi en todo el centro. Cuando llegué al barrio, todas las calles estaban anegadas y era un desastre. En mi vivienda encontré que las piedras habían roto la membrana del techo y empezaron a aparecer goteras por todos lados. Además tengo vidrios rotos en varios ambientes y, encima, el parabrisas del auto también se destruyó. Fue un desastre".
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De nada sirvieron las precauciones.

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