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 miércoles, 15 de noviembre de 2006  
Rugby: José Basso, la revelación del Torneo del Litoral

Pablo Mihal / La Capital

El Torneo del Litoral mostró que la cantera del rugby rosarino no está agotada y que siguen asomando jugadores con "madera" para ser grandes protagonistas en un futuro no tan lejano. Dentro de ese contexto se destacaron promesas como Juan Baetti, Luciano Sánchez, Alfredo Marquardt, Tomás Carroll y José Basso, el jugador revelación del Regional.

Fueron varios los atributos que mostró el octavo de Duendes para ser considerado de esta manera. Es un jugador que fundamentalmente va para adelante, tacklea mucho y bien, juega muy bien desde la base del scrum y trata de buscar juego cuando los tres cuartos atacan.

Nació en Rufino, una ciudad de 20 mil almas donde el juego de las pelotas ovaladas es uno de los deportes que más se practican. Se crió en Cibelli, un barrio donde todos los chicos juegan al rugby. "Allí hay una plaza muy grande y el fútbol convive con las tocatas", como el mismo graficó.

Los primeros contactos con Duendes fueron en edad de juveniles, a través de varios intercambios con Los Pampas de Rufino, su club de origen. Así comenzó a cimentarse una relación importante y cuando terminó el secundario y llegó a Rosario para estudiar derecho, obviamente se quedó en Las Delicias. Su debut en la primera división del conjunto verdinegro tuvo un sabor amargo ya que ese día, el 20 de mayo de 2006, el equipo cayó ante Gimnasia en el parque Independencia por 10 a 5.

-¿Qué te llamó la atención de Duendes?

-Yo vengo de Los Pampas, un club donde se vive el rugby intensamente, pero en Duendes me encontré con un club amateur pero con mentalidad profesional donde todos, sin excepción, son fanáticos. En Duendes el rugby se mama, lo respirás desde que entrás hasta que salís y eso te contagia.

-¿Cuándo el equipo empezó a ponerse el traje de campeón?

-La bisagra fue el tiempo que pasamos en Rufino, ahí el grupo se unió muchísimo. Todos teníamos la misma meta, las mismas ganas: poner al club lo más arriba posible y jugar buen rugby. Eso nos empujó hasta lograr el campeonato.

-La camiseta 8 de Duendes tiene historia propia.

-Usarla es una sensación muy fuerte, sobre todo sabiendo que la usaron Pablo Bouza y Gonzalo García, entre los más contemporáneos, y Miguel Chesta, un jugador que no pude ver jugar pero por lo que me cuentan fue un fenómeno. Por eso, ponerme esa camiseta y conservarla, es una alegría inmensa.

-A tu juicio, ¿cuáles de tus compañeros crees que tuvo un muy buen año?

-Muchos jugadores tuvieron un buen año. Como tercera línea admiro a Matías Gorosito, un tipo que deja todo y de quien aprendí mucho. Dijo que dejaba de jugar, pero ojalá siga un año más. Román Miralles terminó en un pico rugbístico importantísimo, Tomás Carroll tuvo un buen año, como Simón Boffelli, Gonzalo Farré y Federico Giordano. Si sigo, te termino nombrando a todos.

-¿Qué pensaste cuando el partido terminó y Duendes se consagró campeón?

-Fue mi mejor momento en el rugby. Cuando el árbitro pitó el final no lo podía creer. Me acordé de mi mamá y del abuelo Henry, que ya no están, de mi entrenador en Rufino, Marcelo Barral y de todo el esfuerzo realizado en los últimos tres años.

Ese instante duró una eternidad. Inmediatamente lo buscó para festejar a Tomás Carroll, su amigo o hermano del alma como él prefiere decirle, el compinche con quien "la viene remando" y se apoya mutuamente en los momentos más difíciles. Era el momento del festejo. El más esperado.
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El tercera línea verdinegro José Basso creció de golpe.


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