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 miércoles, 15 de noviembre de 2006  
Recoveco

Peer Meinert

A veces es importante saber sobre qué temas calla el Papa, pero actualmente ni los creyentes ni el mundo en general están seguros de cuál es la cuestión que se ve subrayada por el silencio. Desde que fuera elegido, Benedicto XVI ha abordado el tema del celibato a menudo y sin problemas, y ahora de pronto protagoniza una cumbre en el Vaticano. ¿Es que pueden respirar aliviados decenas de miles de sacerdotes que han infringido este voto?

Una cosa está clara: no se avecina un cambio rotundo, y Benedicto no prevé eliminar el celibato. Ni siquiera es probable que haya una auténtica apertura. Esas cosas no ocurren tan rápido en la Iglesia. Pero una de las cuestiones más espinosas y opresivas es puesta sobre el tapete y con ello se levanta el tabú. Y el Papa estará presente. Hay pocos temas tan urgentes, pues el celibato es considerado una causa importante de la falta de vocaciones religiosas, un problema cada vez más profundo que amenaza con minar y vaciar la Iglesia Católica.

En los países desarrollados como Alemania, sólo una de cada dos parroquias tenía un sacerdote a cargo -según datos de 2003- y entre 3 mil y 4 mil curas tuvieron que abandonar su puesto por romper el voto de castidad. En todo el mundo tiraron la toalla según las estimaciones más de 100 mil sacerdotes porque "la carne fue débil", una sangría enorme que la Iglesia no se puede permitir.

"Si no hay vuelta atrás, se buscará un recoveco", comentaba hace poco un experto vaticano. Al fin y al cabo, la castidad no es un dogma, una ley inmutable, aunque esté establecida desde hace siglos.

Una y otra vez se comenta en el Vaticano que los sacerdotes de la Iglesia Oriental pueden casarse, o que los anglicanos casados que vuelven al redil de Roma a menudo siguen en matrimonio. La cosa parece ponerse en marcha. ¿Cómo podría ser este recoveco que agrada a los cardenales de la curia? Ya existe en el derecho canónico una reglamentación por la cual el Papa puede liberar del celibato a los sacerdotes en casos muy puntuales. "Ahora se podría actuar con un poco más de generosidad", se comenta. Otra posibilidad sería que los sacerdotes que hayan roto su voto y se hayan casado puedan volver a ejercer como tales en el futuro.

Lo que es seguro es que no será fácil encontrar recovecos. No se vislumbra un cambio rotundo, no habrá una revolución. Pero ahora se habla del tema, ya no impera el silencio.
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