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 miércoles, 20 de septiembre de 2006  
Como los tupper o las ollas pero con algo más divertido
Organizarán reuniones de amigas para vender juguetes sexuales
Una empresa llegó a Rosario para promover encuentros en los que se ofrecerán productos eróticos

Carina Bazzoni / La Capital

El aviso prometía: "Tené un negocio divertido y ameno mientras promovés bienestar y conciencia sexual". También el lugar elegido para la reunión, una sala del Hotel Riviera en cuya mesa se habían acomodado, sutiles y primorosos, todo tipo de productos y juguetes eróticos. Ese marco eligió la empresa de venta directa de accesorios íntimos Hanky Panky para seleccionar en Rosario revendedores y consultoras. Mujeres "dinámicas" e "independientes" con ganas de ponerse al frente de sus "parties": reuniones donde otras mujeres, quizás con estos mismos atributos, conocen las virtudes de geles, vibradores o anillos para mejorar la erección. Y si todo funciona bien, se los llevan a casa y los recomiendan.

"La empresa tiene tres objetivos. Educar, ayudar y vender", asegura Valeria Couture de Troismonts, una psicóloga de 38 años que hace 9 meses volvió de Nueva York con la idea de abrir Hanky Panky. La firma tiene actualmente 35 consultoras en la provincia de Buenos Aires que realizan, cada una, entre cuatro y ocho reuniones por mes. Y ahora buscan personal para desarrollar la experiencia en Rosario.

Las "parties" mezclan dos cosas casi tan antiguas como la rueda. Una oferta de accesorios para incrementar el placer sexual y una particular forma de comercializarlos, persona a persona o en reuniones en el domicilio de las clientas, como desde hace años se ofrecen cosméticos, ollas o envases plásticos para la conservación de alimentos. Por eso, los encuentros también son conocidos como "tuppersex".

Las rosarinas que quieran dirigir estas reuniones pueden hacerlo. Sólo "deben tener ganas de montar su propio negocio, ser dinámicas, independientes, estar dispuestas a trabajar con la gente y sobre todo mantenerse abiertas a cuestiones relacionadas con la sexualidad, porque no sólo van a vender, sino a educar sobre este tema", señala la titular de la firma.

Eso no es todo. Además deberán comprar un kit básico de productos para mostrar en las reuniones.

El catálogo incluye de todo: geles hipersensibilizantes o lubricantes, cremas con sabor a chocolate, lencería erótica, masajeadores, vibradores. Y por supuesto tampoco faltan las esposas, los lazos y los antifaces. "Pero discretos y, sobre todo, dirigidos a personas tranquis que no tienen ideas fuertes sobre la sexualidad, porque nos interesa llegar a un mercado de gente que no se anima a entrar a los sex shops", remarca Couture de Troismonts.

Así, las lociones y cremas íntimas se llaman "pociones" y se ofrecen en envases con un diseño delicado, los masajeadores son "cositas" y toman formas de pulpitos y los vibradores son "toys" y parecen inocentes lápices labiales. Los lazos para amarrar tobillos y muñecas son de satén negro y las esposas están recubiertas de velcro rosado. Un mundo donde nada parece lo que es.

Tanto como sus consumidoras, en general mujeres que ya pasaron los 40, casadas y con hijos, que apelan a lo que en Hanky Panky llaman una norma de oro: "Cuando se cierra la fábrica se abre el parque de diversiones".

Antes de montar su empresa en el país, Couture de Troismonts participó de algunas "parties" en Nueva York. "Había 16 mujeres, casadas, muy conservadoras y pensé que cuando vieran los productos se iban a horrorizar, pero me quedé anonadada al ver el estado histriónico en que entraban. Hablaban, se reían y compraban a cuatro manos", recuerda. Las invitadas a la primera reunión que se realizó en Buenos Aires no se quedaron atrás: después de esa experiencia, la consultora estuvo tres días disfónica. Y lo que pase en Rosario es una historia por escribirse.
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