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 sábado, 29 de julio de 2006  
La guerra con Hezbolá deja un vacío difícil de llenar al norte de Israel
Al menos 250.000 personas han huido hacia zonas más seguras. Ciudades fantasma y economía paralizada

Casten Hoffmann-Adam Pines

Nashariya. - Tras la puesta de sol Nashariya se convierte en una ciudad fantasma. De vez en cuando, la luz azul de los coches patrulla de la policía ilumina las calles de la ciudad israelí, situada a sólo unos pocos kilómetros de la frontera con Líbano, otorgándoles un tono tétrico. Casi todos los comercios y restaurantes han cerrado sus puertas debido al continuo lanzamiento de misiles de Hezbolá y muchos de sus habitantes han huido, como en todo el norte de Israel.

Las autoridades calculan que al menos 250.000 israelíes se han trasladado al sur del país en busca de protección. Los alcaldes de las ciudades señalan que la mitad de la población ha huido a refugiarse en las casas de otras familias, con las que contactan a través de Internet o mediante programas de televisión. Y si no puede marcharse toda la familia, al menos los niños son evacuados de la zona de peligro.

Eso mismo han hecho Mimi y Edwin Raeburn, provenientes de la localidad de Kurasim, donde todavía se oyen los estruendos de la ofensiva militar por tierra en Líbano. Durante dos semanas, la familia ha llevado a sus hijas Nofar, de 16 años; Hadar, de 13 y Gal, de 11, a un lugar seguro. "Estamos aterrorizados", dijo Edwin. "Yo tengo que quedarme aquí, pero ellos no. La más pequeña incluso tiembla ya con cada ruido en su cama".


Más de 1.500 misiles
Poco después, madre e hijas toman el colectivo. "Lo principal es la seguridad", afirma. Desde que comenzó la escalada de la violencia al menos 1.500 misiles han caído sobre Israel. "Esta situación es descabellada", exclama el padre. "Jamás habría pensado que Israel acabara en una situación así. El ejército debe golpear con dureza y solucionar el problema", agrega.

Mientras los tanques se abren paso, la vida económica en el norte de Israel se ha quedado paralizada. Muchos negocios han enviado a sus empleados con "vacaciones" no pagadas a las zonas más seguras. Los hoteles de las áreas vacacionales se encuentran vacíos. Samir Gesser, gerente de un hotel en la localidad de Tiberias, declaró que cada día pierde 50.000 dólares (unos 39.000 euros). Ese es su aporte personal para la ofensiva contra Hezbolá. "Debemos combatirlos", subrayó.

Sin embargo, no todo es patriotismo en el norte de Israel. Al miedo ocasionado por los permanentes ataques con misiles se une el temor a los saqueos en las localidades abandonadas. Desde que comenzaron los ataques de Hezbolá se ha producido un vertiginoso aumento de robos, señaló en Nashariya el agente de policía Anwar Amer.

La vivienda de Sharon Cherkey, de 38 años, fue atacada mientras que sus dueños se refugiaban en el sur en casa de sus padres. "Se llevaron todo", dijo él. "Todo nuestro oro, nuestra computadora. Desvalijaron la casa".

Aún así, algunos israelíes se esfuerzan por mantener la calma. Boas, un hombre de avanzada edad, se da palmadas sobre su barriga cervecera en el único bar abierto en Nashariya. "Vengo todos los días", afirma, aunque a menos de 100 metros haya caído un misil. Un poco más lejos, en una carretera a lo largo de la frontera con Líbano, el conductor de un tractor sigue imperturbable su camino a paso lento, mientras la artillería israelí dispara por encima de su cabeza. (DPA)
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Una clínica de Nashariya en ruinas.

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