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 sábado, 22 de julio de 2006  
Viajeros del tiempo

Algo es algo. Dado que el impuesto a la bebida que debían pagar los vendedores no ha dado el resultado esperado, los legisladores del Estado de Michigan, Estados Unidos, han acordado que sean los consumidores quienes lo abonen. Por medio de una autorización que cuesta cinco dollars se adquiere el derecho de beber en todos los bars tan frecuentemente como se quiera y sin que la autoridad pueda molestar al bebedor. Así que de ahora en adelante la embriaguez ya no estará al alcance de todos los bolsillos en Michigan. Algo es algo.

Confites para La Capital. Hace tiempo que La Capital emitió su opinión combatiendo el proyecto de unificación de las deudas de las provincias, por lo que al anunciarse ayer un meeting de protesta con este mismo objetivo permanecimos tranquilos y confiados, con nuestras puertas abiertas de par en par y con todo el personal trabajando. Tal era nuestra confianza que cuando la manifestación pasó por frente a este diario salimos para verla de cerca y hacer una crónica. ¿Quién iba a pensar que esa reunión de gente del pueblo fuera a atropellarnos lanzando piedras y otros proyectiles sobre y dentro del establecimiento? A los autores del atropello los conocemos y los perdonamos, a pesar de que actuaron por pasiones innobles y aprovecharon la ocasión para, escondidos en el tumulto, obsequiarnos con esos confites. La policía a todo esto miraba desde los balcones y cuando fue requerida su presencia apareció, es cierto, pero una hora después, cuando el grupo que nos agredió ya se había retirado.

¡El cadáver del doctor Alem en el Rosario! Sin exagerar, garantimos la verdad. Respetable público del Rosario, ¿quieren ver al gran patriota y visitarlo en la capilla ardiente preparada en su propia casa en el momento en que un fiel correligionario lo contempla llorando? ¿Quieren ver el estupendo cortejo fúnebre que todo Buenos Aires le tributa en homenaje a sus grandes cualidades? Concurran, pues, al Cosmorama Artístico de Actualidades, calle Libertad entre dos santos: San Luis y San Juan, y verán lo que a ningún precio podrán ver ni en la Capital Federal ni en ninguna otra parte. También verán la demostración del pueblo de Buenos Aires al doctor Alem a su llegada a esa ciudad cuando la libertad de la prisión del Rosario en los sucesos del 93. ¡Ver para creer!

Canillita desagradecido. Por lástima y para protegerlo, un procurador de esta ciudad le permitió al pilluelo Canillita, muy conocido entre los menudos vagabundos y vendedores de diarios, que se alojase en una quinta que posee en la calle San Luis y el boulevard. El mocito, contento por verse dueño provisorio de una amplia residencia veraniega, fue a tomar posesión de ella, pero al entrar lo tentaron unos 150 metros de alambre que allí había y sin más se alzó con ellos, perdiéndose de vista hasta que le dio caza un agente de la comisaría 6a.

Investigación y realización Guillermo Zinni ©

Diario La Capital 1900/1905


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