Año CXXXVII Nº 49112
La Ciudad
Política
Economía
La Región
Información Gral
Opinión
El Mundo
Escenario
Policiales
Cartas de lectores



suplementos
Ovación
Salud
Mundial


suplementos
ediciones anteriores
Turismo 14/05
Mujer 14/05
Economía 14/05
Señales 14/05
Educación 13/05
Salud 10/05
Página Solidaria 10/05
Estilo 29/04
Autos 27/04

contacto
servicios
Institucional

 miércoles, 17 de mayo de 2006  
Apela la sentencia el condenado por el crimen de una docente en Alcorta
Le dieron 17 años y se dice inocente. Asegura que los testigos se confunden y que eso desató errores judiciales

Diego Oscar Fioretti, el decorador de interiores que fue condenado a 17 años de cárcel por el crimen de la profesora de educación física Ana Rótolo en Alcorta, apeló la sentencia en su contra. El detenido cuestiona la validez de las pruebas que lo señalan como autor del asesinato y sostiene que no fueron tenidas en cuenta evidencias que lo favorecen. A través de su abogado, Luis Tomasevich, planteó que lo involucraron al confundir su auto con el que vieron dos testigos en el lugar del crimen, antes de que la policía encontrara allí el cuerpo de la mujer con tres balazos. A partir de ahí, para el abogado, una serie de "errores judiciales" ubicaron a su cliente como el homicida.

El fallo fue emitido la semana pasada por el juez de Sentencia Julio Kesuani, tres años después de que la docente Ana Rótolo, de 39 años, fuera asesinada en la banquina de la ruta 90, cerca del cruce con la 18 y a unos 50 kilómetros de su casa en Alcorta. El juez consideró a Fioretti el autor material del homicidio y lo condenó a 17 años de cárcel. También le exigió indemnizar a los familiares de la víctima en 40 mil pesos.

Fioretti asegura ser inocente. Por este motivo, su abogado apeló ante la Sala III de la Cámara Penal, que puede confirmar la condena, reducirla o revocarla. Fioretti aspira a ser absuelto porque, según su abogado, lo implicaron en el caso por error.

Entre las pruebas clave que contempló Kesuani se destacan un dermotest positivo y el hecho de que se hallaran restos de sangre de la víctima en el asiento del acompañante de su auto. Según ese dictamen, Fioretti y la profesora -que eran amigos- se fueron a las 22 de la casa de ella. Una hora más tarde, según el juez, el muchacho llevó a Ana hasta el acceso a Cañada Rica. Allí discutieron y luego fueron hasta el lugar donde fue ultimada de tres balazos por razones no aclaradas, pasada la medianoche del 14 de marzo de 2003.

Fioretti fue detenido al día siguiente porque una pareja que pasó por el acceso a Cañada Rica dijo haber visto un Fiat 128 Europa blanco (como el suyo) y con los vidrios polarizados, junto al cual una mujer muy exaltada discutía con el conductor. Otro testigo dijo que, entre la 0.30 y la 1 vio que Fioretti ingresaba a Alcorta en su auto "por la ruta 90 hacia calle Buenos Aires y luego dobló en dirección izquierda".


Horarios en discordia
Esta secuencia es la que cuestiona la defensa de Fioretti: para el abogado, si el horario del crimen fue a la 0.30 (de acuerdo, según él, con la autopsia), el decorador nunca pudo haber recorrido en media hora los 50 kilómetros que lo separaban de Alcorta. Tomasevich aduce que una pericia oficial constató que "en horas diurnas ese trayecto se cubre en 45 a 50 minutos. Era un auto en el que no se podía disparar mucho porque a más de 80 o 90 no corría".

El abogado consignó además que poco después de la 1 a su cliente lo vieron "tres personas en la pizzería Valentino". Y evaluó que en media hora no pudo regresar a su casa, bañarse, hacer desaparecer el arma, cambiarse y llegar hasta el bar. Otro fundamento que hará constar en su apelación es que del teléfono fijo de Fioretti esa noche partieron tres llamadas a una amiga del decorador "a partir de las 0.30".

El abogado resaltó, además, que el Fiat 128 de Fioretti no tiene vidrios polarizados ni tazas grises, como señalaron los testigos que vieron el auto en el acceso a Cañada Rica. "Una amiga y la hija de Ana dijeron durante el juicio que ella recibía amenazas desde hacía quince días y sabía quién las hacía. Sin embargo ella iba con Diego a todos lados, eran muy amigos. No hubiera estado con él si era él quien la amenazaba", subrayó el letrado.

Para Tomasevich, las dos pruebas decisivas que vinculan a su cliente son dudosas. El dermotest, para el abogado, "no es terminante porque la prueba puede reaccionar ante otras sustancias y no sólo ante pólvora". Con respecto a las manchas de sangre de la víctima halladas en el asiento del acompañante dijo que "se trataba de una mancha muy chica. En la primavera anterior la mujer se había pinchado un dedo, lo que está acreditado en la causa, y además el día del hecho estaba menstruando".

Otro punto que cuestionará es respecto al arma homicida, que nunca fue hallada: "Según las pericias el arma es un revólver 32 largo. Pero a Fioretti lo acusan de haberla matado con el arma robada del bar donde trabajaba, que era un 32 caño corto". Tampoco está de acuerdo el defensor con la pericia que analizó la tierra de las ruedas del auto de Fioretti, la cual arrojó que tenía los mismos componentes químicos que la del lugar del crimen. Para el abogado, la prueba no es válida porque se perdieron algunas muestras.

"Me pesa que se haya condenado más sobre suposiciones que por la convicción que da la certeza. Tengo cientos de elementos para sostener la inocencia de Fioretti, de la que estoy convencido. Creo que en nuestro sistema judicial se cometen errores", deslizó Tomasevich, para quien la clave del caso radica en el modo como ejecutaron a la mujer. "Le pegaron un tiro de gracia en la espalda para asegurarse el resultado. Eso no encaja con un crimen pasional. Además, ella tenía una campera color mostaza talle 3 que no le pertenecía a la víctima", indicó.
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo


  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados