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 miércoles, 17 de mayo de 2006  
Polémica y escepticismo por la decisión de Bush de enviar tropas a la zona de frontera

Washington. - El anuncio del presidente Bush de enviar 6.000 soldados de la Guardia Nacional a la frontera con México, para evitar la entrada ilegal de indocumentados, causó reacciones encontradas y todo tipo de especulaciones políticas. Analistas interpretaron que, con la perspectiva de una mayor vigilancia, Bush pretende ganar el apoyo del sector más duro de su Partido Republicano, con el objetivo de avanzar hacia una reforma inmigratoria integral que se está debatiendo en el Congreso. Por otro lado, políticos y expertos mexicanos advirtieron que la propuesta del mandatario causará más muertes en la frontera, y además no logrará detener el flujo de trabajadores.

El lunes a la noche Bush sugirió reforzar militarmente la frontera, crear un nuevo programa de trabajadores temporales y una eventual amnistía para la mayor parte de unos 12 millones de indocumentados. Este último punto provocó una enconada oposición en algunos sectores republicanos. "Los intentos velados de otorgar una amnistía no serán tolerados", advirtió el representante republicano Tom Price. "Aunque es cierto que Estados Unidos es una nación forjada por inmigrantes, también es cierto que es una nación forjada por leyes, y premiar a los que violan nuestras leyes no sólo ofende a los que vinieron legalmente, sino que además no mejora la situación", agregó.

Un sector significativo de los líderes republicanos cultiva votos usando el miedo que genera la mano de obra barata de los extranjeros indocumentados, justo cuando la economía estadounidense no está en su época de mayor esplendor. Y Bush, cuya popularidad está en el momento más bajo de su mandato, tiene los peores niveles de aprobación justamente en el tema migratorio, ya que la mayoría de la ciudadanía norteamericana considera que él no ha hecho lo suficiente para proteger adecuadamente las fronteras.

El fundador de la organización Red Nuevo Demócrata, Simon Rosenberg, opinó que a Bush "realmente le gustaría" legalizar a los indocumentados y crear un programa de trabajadores invitados. El problema, señaló Rosenberg al diario The Washington Post, es que "su debilidad en su propio partido ha hecho esto mucho más difícil". También agregó que Bush "perdió el control de este debate a fines del año pasado", cuando los republicanos aprobaron una ley que propone la criminalización y deportación acelerada de todos los indocumentados.

Mientras, en un primer paso, el Senado rechazó ayer un pedido para garantizar la seguridad fronteriza antes de emprender otras reformas migratorias, como la concesión de la ciudadanía a millones de indocumentados. La votación, con 55 votos a favor y 40 en contra, significó una victoria para Bush y para los partidarios de encarar el problema de la inmigración con una estrategia global.

Por su parte, México puso en marcha un plan de "control de daños" tras el anuncio de Bush. El gobierno mexicano insistió ayer en que no habrá "una militarización" de la frontera. Sin embargo, el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Ernesto Derbez, advirtió que si las autoridades detectan "una oleada de abusos de derechos", y la Guardia Nacional empieza a detener personas en la frontera, México tomaría acciones legales en tribunales de Estados Unidos para proteger a los migrantes.

Algunos analistas mexicanos no coinciden con el gobierno, ya que la Guardia Nacional es un cuerpo con formación militar, que EEUU ha enviado a operaciones bélicas, como en el caso de Irak. Movilizar un cuerpo como éste a la frontera "es algo que en derecho internacional se interpreta como una preguerra", dijo el relator especial de las Naciones Unidas para derechos de los migrantes, el mexicano Jorge Bustamante. "Es una medida que está modificando sustancialmente el status quo de las relaciones bilaterales", añadió, pero México "se lo está tomando a la ligera".


Las críticas mexicanas
Expertos y políticos también advirtieron que los planes de EEUU podrían causar más muertes en la conflictiva frontera y encima no lograrían detener el cruce de ilegales. Los principales candidatos para las elecciones presidenciales de México criticaron la medida. El conservador Felipe Calderón, que lidera las encuestas, señaló que las políticas que sólo se fijan en la seguridad siempre fallan.

Inmigrantes ilegales que se reunían ayer para cruzar la frontera, que tiene más de 3.200 kilómetros de largo, dijeron que las propuestas de Bush incrementan los riesgos que enfrentan, pero no hacen nada por evitar que lo intenten. "El que va a cruzar va a cruzar, siempre encuentra la manera", dijo Abel Magaña, un trabajador de El Salvador de 28 años que se encontraba entre un grupo de ilegales en la ciudad de Laredo, Texas. Un récord de 464 personas murieron en su cruce por la frontera el año pasado, la mayoría deshidratados o ahogados.

Algunos advirtieron además que la política de Bush ayudaría a los traficantes de personas que operan en la zona. "Enviar tropas sólo va a reforzar la delincuencia, porque crea un mercado para los que cobran por cruzar gente en la frontera", dijo Rebeca Rodríguez, del Centro de Estudios Fronterizos y Promoción de Derechos Humanos de Texas.
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La patrulla fronteriza, siempre vigilante.

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