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 miércoles, 17 de mayo de 2006  
Los restos de Porcel serán trasladados a Buenos Aires

Buenos Aires- Los restos del actor cómico Jorge Porcel, fallecido ayer en la ciudad de Miami, serán trasladados a esta capital para ser inhumados en el panteón de la Asociación Argentina de Actores, informaron hoy allegados a su familia.

El popular “Gordo”, quien integró una dupla memorable junto a Alberto Olmedo, falleció anoche en el Mercy Hospital tras una operación de vesícula biliar ocurrida días atrás, informó el vocero Alberto Vila.

Jorge Raúl Porcel de Peralta había nacido el 7 de setiembre de 1936, creció en Avellaneda y fue descubierto a los 20 años por Délfor Amaranto Dicásolo, creador de “La revista dislocada”, quien tuvo el buen ojo de reconocer su comicidad en potencia, no sólo porque un “gordito” suele ser divertido sino porque había en él algo más.

Debutó en radio en 1956 y pasó al viejo Canal 7 dos años después con “La revista...”, que en 1961 pasó al entonces nuevo Canal 13; su primer programa propio fue “Los sueños del Gordo Porcel”, en Canal 11, allá por 1964.

Aquel mismo año ya tenía una compañía de teatro que hizo una versión de “La muchachada de a bordo”, de Manuel Romero, que no sólo actuó en Buenos Aires sino que cruzó fronteras y llegó a escenarios uruguayos.

La primera aparición de Porcel en la pantalla grande fue en “Disloque en Mar del Plata”, con la troupe de Délfor, que fue el inicio de una filmografía extensa, despreciada entonces por los sectores cultos y hoy disfrutable en sus reposiciones televisivas.

Actuó en elencos multitudinarios en títulos como “Villa Cariño”, “Coche cama alojamiento”, “Villa Cariño está que arde” y “Los debutantes en el amor”, y secundó a la diva Isabel Sarli en “Desnuda en la arena”.

Mientras tanto desgranaba su talento con sketches como el de Pizzicuzzi, que llegaba tarde a su trabajo casi con la comida en la garganta, o integraba el trío de los Hermanos Topornazo, cuyos contoneos al bailar desataban la hilaridad de los más serios.

Era en programas como “Operación ja ja”, “El botón”, “Porcelandia”, que le merecieron dos Martín Fierro como actor cómico, que mientras iba “zafándose” en TV, despuntaba el vicio como cantante melódico y protagonista de títulos cinematográficos casi infantiles.

Sin duda su mejor rendimiento fue junto a Alberto Olmedo, en los 70, cuando la pareja extendió su labor televisiva y de revistas al cine con títulos de sobrada explicitud como “Los caballeros de la cama redonda” o “Hay que romper la rutina”.

La mayoría de esos films fueron pergeñados bajo una censura férrea, cimentaron la idea de que los argentinos eran sexualmente frustrados y en su mayoría padecían guiones penosos, que los dos cómicos sabían salvar a fuerza de espontaneidad.

Tal era lo que se complementaban que cuando Porcel se largó a protagonizar en solitario -“Fotógrafo de señoras”, “Custodio de señoras”-, la falta de su frontón artístico se hizo notar a pesar de las presencias de Tristán o Graciela Alfano.

Mucho se habló sobre la angustia que a Porcel le causaba su gordura, que por otra parte era intrínseca a su oficio; se sabía poco de su vida privada, que tenía un hijo que sería actor, que tenía romances con jóvenes vedettes.

Una de la actividades privadas del actor fue la pintura, que solía practicar en sus ratos libres, cuando regresaba a Avellaneda -en los años 70 fue directivo de Racing Club- y trataba de recuperar las imágenes de la infancia.

Una de las últimas actuaciones cinematográficas de Porcel fue en la producción estadounidense “Carlito's Way” (1994), de Brian De Palma donde estuvo lejos del humor y compartió un puñado de escenas con Al Pacino.

El actor se había radicado en Miami a principios de los años 90 con un programa similar a “Las gatitas y ratones de Porcel”, que abandonó por razones de salud -no podía caminar- y tras lo cual se transformó en pastor evangélico. (Télam)
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