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 sábado, 18 de marzo de 2006  
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La Copa Pinasco o de cómo se inició la epidemia del foot-ball en el Rosario
La creación de la Liga Rosarina tuvo su prueba de fuego con el primer torneo en el que los rojinegros, sus principales promotores, lograron una apabullante victoria

Guillermo Zinni / La Capital

Luego de que el presidente rojinegro Victor Heitz propusiera la creación de una liga rosarina de fútbol la misma comenzó a tomar forma el 30 de marzo de 1905, día en que se reunieron los representantes de Atlético del Rosario, Newell's, Central y Atlético Argentino y sentaron las bases de la nueva institución. La misma tenía como principal objetivo la organización de un torneo y para esto se consiguió una copa donada por el intendente Santiago Pinasco. Luego, en su honor, la competencia se denominó "Copa Pinasco".

Antes de comenzar el ansiado certamen y para jugar al menos diez partidos, tuvieron primero que sacar dos equipos más de la galera. Estos fueron Provincial y The Córdoba Hand Rosario Rallway Athletic Club, y lo extraño del caso es que este último pidió su afiliación a la Liga el 20 de abril de 1905 pero parece que se trataba de un club fantasma, ya que según su acta de fundación recién se creó el 20 de octubre de 1906, algo que ni sus propios socios todavía se pueden explicar.

El 7 de mayo de 1905, como para ir calentando el ambiente, hubo un amistoso entre Atlético del Rosario y Central que terminó en empate. Y el domingo 21 de mayo, cuando comenzó el torneo, se enfrentaron los mismos equipos pero ahí Central mostró todo su poderío y apabulló con un categórico 9 a 0. En ambas oportunidades La Capital únicamente dio en "Sociales" la formación de Atlético del Rosario, no sólo porque a priori se trataba del equipo más fuerte de la Copa, sino también porque sus socios eran el tipo de lectores que se buscaban para esa sección. Esa misma jornada Newell's también le ganó a Atlético Argentino por 4 a 1

Por esos días vino a jugar el equipo inglés "Nottingham Forest" contra un seleccionado de jugadores rosarinos, y aunque los locales perdieron por un fulminante 5 a 0, todo ayudó para afianzar ese deporte en la ciudad.

Así es como llegamos al domingo 18 de junio de 1905, cuando en plaza Jewell se lleva a cabo el primer clásico. Por Central jugaron A. Morris, A. Fayane, H. Grant, Juan Díaz, A. Ellison, H. Boam, W. Wortley, Antonio Vázquez, P. Heartnett, S. Aopper y Persy Jones (capitán). Y el equipo de Newell's se compuso de la siguiente manera: arquero: J. Caloso; defensores: D. Barcelone y J. M. P. Hiriart (capitán); mediocampistas: G. Kouny, A. Balhiani y W. Wheeler; delanteros: Guillermo Moore, Victor Heitz, Faustino González, J. Viale y P. Lyons. El referee fue nada más ni nada menos que el mismísimo presidente de la Liga, Ricardo Le Bas, y el precio de la entrada fue de 20 centavos, "los que se dedicarán a sufragar los arreglos de esa plaza". Según las crónicas de la época Newell's ganó 1 a 0 en un partido "reñido", y por su victoria y sus certeras combinaciones ya se lo consideraba como "el mejor eleven " del certamen.

De todas maneras, como dijimos, el equipo favorito era Atlético del Rosario, pero cuando Newell's lo aplastó en una histórica jornada con un contundente 10 a 0 ya no quedaron dudas de que los rojinegros se llevarían la copa, algo que fue claro incluso dos partidos antes de la finalización del torneo (ver recuadro).

Newell's estaba inspirado y no sólo era ganador en la Copa, sino también en los múltiples amistosos a los que era invitado (vg. La Capital del 25-07-05).

LA PREMIACION
A pesar de la gran convocatoria que tuvo el certamen, para el 8 de septiembre de 1905, día en que se iba a entregar el premio al ganador, Atlético del Rosario -penúltimo en la tabla de posiciones- le bajó el perfil organizando en primer lugar unos "grandes juegos atléticos", y recién al final de los cuales se daría el reconocimiento de las manos del mismísimo intendente, según se prometió. Mientras se esperaba ese día, la copa junto con los demás premios que se darían en los juegos citados fue exhibida en la vidriera de la casa Gath y Chaves de la calle Córdoba.

Para esa jornada fue invitado también el gobernador, pero por alguna casualidad ni éste ni Pinasco se dignaron a asistir, aunque lo que más lamentó el público fue que tampoco enviaran a la banda de música. La plaza Jewell estaba rebosante de "familias distinguidas" y al cronista de "Sociales" se le gastó el lápiz anotando los apellidos de las mismas: Le Bas, Van Oppen, Talbot, Lynch, Larrechea, Middleton, Schlieper, Murray, Topping, Boardman, Fisher, Green, Grant, etcétera, etcétera.

Como era de prever, ese día la espera fue larga: primero se desarrollaron los juegos atléticos que consistieron en 17 carreras efectivas, incluídas las clásicas de "embolsados", "huevos y cucharones" y "palo enjabonado" que hacían las delicias de la concurrencia. Por suerte entre esos "grandes juegos" no incluyeron también la acostumbrada carrera de burros, en la que ganaba el que llegaba último, porque entonces iban a terminar al otro día. Ya bien entrada la tarde la señora Rosario Alcorta de Tietjen entregó los 41 premios de esos juegos (algunos de dos y otros de tres categorías) y recién después, cuando era ya casi de noche, Diego Le Bas, el presidente de Atlético del Rosario, en nombre del intendente Santiago Pinasco, entregó la copa a Hiriart, presidente interino de Newell's en ausencia de Heitz, quien había dejado momentáneamente el cargo para actuar como delantero.

De todas maneras Atlético del Rosario tuvo también su premio ya que apenas cinco días antes, el 3 de septiembre de 1905, había ganado por tercera vez la Copa Competencia.

CLUBES COMO HONGOS
Si bien mucho antes de 1905 el fútbol era practicado, además de por escoceses, ingleses y alemanes o descendientes de ellos, por criollos y nativos, y si bien también algunos clubes afectos al balompié comenzaron a asomar la cabeza por esos años, la trascendencia que tuvo la Copa Pinasco llevó a que ese deporte fuera definitivamente adoptado por las capas populares, las que invadieron las canchas y fueron poco a poco desplazando al público familiar y aristocrático originario. Así, el juego de la redonda fue con el tiempo saliendo de la columna de "Sociales" y adquiriendo un espacio nuevo propio, y los diarios locales se vieron en la obligación de empezar a utilizar un vocabulario más especializado, en principio distinguiendo entre foot-ball y "rugby foot-ball".

El eleven se desparramó como una epidemia y empezaron a surgir clubes como hongos. Entre los primeros aparecieron el "General San Martín Foot-ball Club" (La Capital 16-07-05) y el "Club Estrella Polar de Foot-ball" (La Capital 29-08-05), así como otros muchos. También en los pueblos de la zona prendió la fiebre por la redonda y se disputaron llevar a los rosarinos a jugar amistosos. Uno de ellos fue el Club Atlético de Gálvez, donde los visitantes, a pesar de haber sido atendidos "con un abundante almuerzo a la criolla", terminaron ganando desconsideradamente por 9 a 0. Pero eso sí, y para no perder la vieja costumbre, "después del match se sirvió el té".

ATLETICO DEL ROSARIO DEJA EL FUTBOL
De haber sido un pionero en el fútbol, lamentablemente con el tiempo, y debido a varios factores, fue decayendo el interés de Atlético del Rosario por ese deporte, y la creación de la Liga Rosarina, uno de sus mayores logros, no fue ajena a esto. Una de las principales causas para que abandonara el profesionalismo fue la agresividad que manifestaban los hinchas visitantes en las canchas, por entonces muchas veces sin alambrados que separaran a los simpatizantes del campo de juego. Esto favorecía a que la gente, molesta por los resultados, entrara a golpear al referí o a los jugadores, y circula una tradición oral en ese club que dice que una vez los bravucones de siempre prendieron una fogata y les quemaron los árboles para obligar a la suspensión de un partido. Pareciera como si algunas hinchadas le hubieran querido hacer pagar caro al club por su origen aristocrático y se empeñaban con más esmero en destruir sus instalaciones.

Otro elemento que actuó en contra fue la "compra de los pases" de los jugadores: la competitividad local hizo que ya no se jugara "por la camiseta" y por apenas cinco pesos (como en el emblemático caso de Harry Hayes), o menos, algunos clubes lograban fortalecer a sus equipos con hábiles futbolistas de otras instituciones: la caballerosidad deportiva se iba perdiendo a pasos agigantados para dar paso a la era de la comercialización del fútbol.

También con la llegada de la Primera Guerra Mundial muchos socios de origen inglés abandonaron el país para ir a unirse al ejército británico y Atlético del Rosario fue recibiendo con dolor las noticias que iban dando por muertos en acción o tomados prisioneros a sus queridos compañeros.

Así, con el corazón puesto en la guerra, la disminución de la masa societaria, enfrentados a la dura decisión de tener que salir a "robar" jugadores -algo que les parecía antideportivo excepto que se tratara de transferencias voluntarias- y ante la vista de un juego que cuanto más se popularizaba menos se respetaban las reglas de convivencia y más se alejaba al público familiar, en 1916 Atlético del Rosario optó por retirarse definitivamente de la Liga Rosarina y del profesionalismo, con lo que la ciudad perdió a uno de sus más grandes y prestigiosos equipos de fútbol de todos los tiempos.

Un especial agradecimiento al periodista Miguel Angel Martínez, de la Asociación Rosarina de Fútbol, y a don Lito Francisco Mario Cavallo, el hombre que mantiene viva la historia del club Atlético del Rosario.


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Año 1900: un grupo de damas asiste a unos juegos en plaza Jewell’s.

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