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 martes, 10 de enero de 2006  
Los dueños intentaron disuadir, pero igual la gente prendió sus cigarrillos
En Rosario la ley antitabaco debutó con un rotundo fracaso: en los bares se fumó
En algunos ya no hay ceniceros en las mesas, en otros hubo discusiones entre clientes. Reinó la confusión

La ley provincial que prohíbe fumar en bares, restaurantes, hoteles y lugares cerrados de atención al público, públicos y privados, debutó ayer con un bajísimo acatamiento en Rosario. Al menos en los 26 bares y restobares que recorrió La Capital, la gente fumó casi como siempre. Lo de "casi" se debe a que algunos locales quitaron los ceniceros de las mesas y hasta fotocopiaron titulares de los diarios anunciando que ayer la ley entraba en vigencia. Sin embargo, los clientes -y más los habitués- sacaron sus atados de cigarrillos para probar: si pasaba, pasaba. Y en algunos casos no pasó, pero sobre todo por quejas de sus vecinos. Entre los dueños, los argumentos más frecuentes apuntaron a que, con media población fumadora, tener un bar que prohíba el pucho es un contrasentido y no están dispuestos a pelearse con sus clientes. Más de uno, además, se preguntó por qué no puede haber bares libres de humo y otros para fumadores y gente que tolere el humo a conciencia. "El que quiere entra y el que no, no", esgrimieron.

La norma entró en vigencia con una situación muy particular: sin que quedara claro cuál será la sanción si no se cumple y para quién, al punto de que la Legislatura deberá aprobar una ley complementaria para fijar esos términos, pero no antes de marzo o abril. "Poné que esta es una ley pelotuda porque es incumplible", gritó el cliente de un bar al escuchar el diálogo que sobre el tema mantenía este diario con el dueño del local.

La recorrida para ver si se cumplía la norma en su primer día de vigencia incluyó 26 bares del centro y la zona oeste de la ciudad. Sobre ese total, en cinco dijeron haber comunicado a los clientes que no se permitiría fumar. Y de éstos, al menos en uno bastó mirar alrededor para ver que no les habían hecho caso. En síntesis: en casi el 90 por ciento de los locales visitados hubo gente fumando. Aun así no fueron mayoría, como ya estipula la ordenanza municipal vigente, que reserva el 70 por ciento del espacio a no fumadores.

De todos modos, los propietarios de muchos bares tomaron algunos recaudos políticamente correctos: retiraron los ceniceros, algunos pocos también los carteles que indicaban "sector para fumadores" y en dos colgaron fotocopias de diarios con el titular "Desde el lunes (por ayer) no se podrá fumar en los bares". A metros, sin embargo, hubo fumadores.

Los dueños argumentaron por qué, por ahora, no harán cumplir a rajatabla la ley o por qué ven difícil que se cumpla.

Entre las razones figuraron: porque aún no se fijaron sanciones para quienes la contravengan, porque pierden "la mitad" de la clientela, porque es "discriminatoria", porque la provincia no les "bajó ni una línea" y si no fuera por los medios de comunicación no se habrían enterado de los alcances de la ley, porque hay "cosas más importantes de qué ocuparse, como los pibitos que fuman y aspiran en plena calle sin que nadie haga nada". En otro caso, un viejo billar, el dueño sentenció: "Si les digo que no fumen, me echan a patadas".

Como contrapartida, nadie se hizo totalmente el distraído. Es decir, en la mayoría de los bares se sacaron los ceniceros (aunque quedaron a la vista en barras y mostradores para quienes los pidan) y carteles de "sector para fumadores", que en ciertos casos reemplazaron por los de "prohibido fumar", y "conversaron" con los clientes para que no prendieran cigarrillos adentro. Quienes optaron por esto se quejaron de que varios habitués directamente abandonaron el bar.

En sólo cuatro de los locales que recorrió este diario fueron aun más lejos. "Si existe una ley, existe una ley", dijeron en El Olimpo, "sorprendidos" por cómo se acató la norma. En Constitución Restobar, de Echesortu, también "bajaron la orden de no fumar y nadie la objetó". Y tanto en el bar Capuchino, de Sarmiento y Urquiza, como el César, de Corrientes y San Lorenzo, juraron que no se fumó.

Según el relato de los dueños, quienes más rigurosos se pusieron no fueron ellos, sino los clientes no fumadores. Y en más de una ocasión terminó en discusiones. "Que se maten entre ellos", razonó Gustavo, mozo de un bar de Echesortu, cuyo dueño a la vez sentenciaba: "Acá fumaron tempranito, hasta que me despabilé y puse cara de bulldog. De todas formas, ¿sabés cuánto va a durar esta ley?".
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En el bar el Cairo los parroquianos se olvidaron ayer de la ley.

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