Un día de furia

Una multitud siguió de cerca a Lionel Messi

Mariano Bereznicki / La Capital

Las luces de los flashes iluminaban el recinto. Las lentes de las cámaras se mantenían inmóviles sobre su figura. Es obvio que si hay algo que aún no logra eludir con la misma sencillez que desprenderse de un rival, es al asedio de la gente y la prensa. Lionel Messi estuvo en su ciudad firmando autógrafos y divirtiéndose con la pelota en los locales de una importante firma de electrodomésticos. Cientos de almas pequeñas se abarrotaron en los dos negocios para ver lo más cerca posible a un ídolo que crece día a día. "La verdad es que estoy muy sorprendido con todo esto. No esperaba el cariño de tanta gente. Les estoy muy agradecido a todos", confesó el crack de Barcelona y de la selección nacional ni bien arribó al local Garbarino que está ubicado sobre la peatonal Córdoba. Luego, se fue hasta la sucursal del shopping Portal Rosario para seguir recibiendo y brindando muestras de afecto.

"Por más que tuve que hacer algunas cosas, estoy muy contento de estar otra vez acá. Estoy disfrutando de mi familia, amigos y de la ciudad", afirmó Lionel, mientras exigía a su mano derecha con un enorme fibrón para estampar su firma.

16.30. Peatonal Córdoba al 1200. Una multitud aguarda impaciente la llegada de Messi. "Queremos verlo y sacarle una foto. Es muy genio el pibe". "Es argentino, pero ante todo es rosarino". "Leo es como Diego Maradona, lo más grande". "Me conformo con verlo de lejos". "Quiero saludarlo". "Hay que aprovechar ahora, porque tal vez no lo veamos más". Estas fueron algunas de las frases más escuchadas por los admiradores de Leo, mientras aguardaban apiñados sobre un vallado especialmente colocado para la ocasión en la peatonal.

17.15. Se escuchan los primeros gritos. A más de uno se le escapó una lágrima cuando visualiza a Messi, quien se acercó al impecable local, acompañado por varios custodios con cara de pocos amigos.

"Hola a todos, cómo están", dijo Leo, con total frescura, en su primer contacto con su masa de fieles seguidores. De inmediato un caluroso y afectuoso aplauso se desprendió de la gente y envolvió al crack rosarino.

Vestido con una remera del sponsor, una larga bermuda blanca y unas ojotas hawaianas negras, Messi comenzó a realizar juegüitos, descalzo por cierto, ante las atónitas miradas.

Luego compartió su habilidad con varios chiquilines y más tarde se dedicó a firmar autográfos en medio de los gritos y desesperación de aquellos que pensaban que se quedarían con las manos vacías.

Ni bien finalizó la primera cita oficial, salió a toda marcha por peatonal repartiendo más besos y se subió a una combi que lo depositó en el Portal Rosario, donde la empresa auspiciante tiene la otra sucursal.

El marco que ofrecía el segundo nivel del shopping era más imponente todavía. Se notaba que la larga cola se había formado desde muy temprano en el patio de comidas, a pesar de que Leo tenía que estar a las 19.

Ni bien arribó al punto de encuentro, marcado celosamente por los hombres de seguridad privada, los presentes le ofrendaron un ensordecedor "Olé, olé, olé, Messi, Messi..." que le hizo brillar los ojos a Leo.

Luego comenzó el ritual: palabras de agradecimientos, jueguitos -esta vez con zapatillas- de manera individual y grupal, y a firmar todo tipo de ofrendas hasta que la mano y su rostro dijeron basta.

La mayoría se fue contenta porque se llevaron un souvenir de la joyita rosarina. Otros quedaron satisfechos porque tuvieron la dicha de tenerlo ahí. En definitiva, el paso de Messi por la ciudad dejó una huella difícil de imitar. Es que con su natural humildad se va ganando el corazón de la gente, porque, más allá de la identificación que tiene con Newell's, todos lo ven con la camiseta de la selección. Esa misma que todos desean verlo defender en el Mundial de Alemania.

Lionel causó revuelo por la tarde en la peatonal.