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 sábado, 24 de diciembre de 2005  
Tradición piamontesa

El mercado de alquileres y compra venta de viviendas siempre tuvo la particularidad de ser muy sensible a la suba y de casi nulo retroceso de precios. En Rosario, el ciclo de construcción-ventas-locación pasó por distintas épocas, ligadas escencialmente a los modelos de país. En 1960/70 la ciudad creció en sus costas y se generó el "pituco" barrio Martin, con pisos exclusivos y un edificio emblemático, la torre de Colón y Mendoza que fue paso obligado de los jóvenes que alquilaban.

Treinta años después la costa vuelve a ser protagonista, con un desarrollo urbanístico de importancia que llevó los precios por metro cuadrado a los 1.200 dólares. Cuando el campo y los talleres florecieron, los inversores rosarinos, descendientes de piamonteses, no dudan: "Poné la plata en ladrillos".

Por otro lado, el macrocentro se extiende y los countries avanzan. Quedan pendientes las construcciones en los barrios tradicionales, pero no será posible hasta que los sueldos retomen la capacidad de ahorro. Si bien los créditos son hoy la única posibilidad para intentar adquirir una casa propia, todavía para los asalariados está lejos la idea del techo propio.

Esto hizo que se multiplicara la demanda de alquileres y se develó un problema histórico que los años de convertibilidad habían dejado en el olvido: la carestía de los alquileres y la rentabilidad de una propiedad. La suba afecta a la clase media de manera contundente. Un departamento de dos dormitorios, básico para una familia tipo, puede llegar a los $580 y no es una cifra cómoda para un empleado ni para un profesional medio.

Históricamente, los alquileres son el punto de fractura que se toma en cuenta para la inflación. El gobierno nacional encaró una lucha sin cuartel contra los aumentos de la canasta básica, pero nadie habló de los aumentos de las locaciones, que treparon un 30% promedio sólo en el 2005. Ante este vació oficial nació un grupo de vecinos denominado Agrupación Inquilinos Rosarinos Autoconvocados (IRA), que busca que se repartan nuevamente las cartas entre propietarios e inquilinos. También piamonteses, quieren defender lo poco que tienen, la esperanza de una casa aunque sea prestada.
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