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 sábado, 17 de diciembre de 2005  
EDITORIAL
Coparticipación: pelea inconducente

La provincia y el municipio se encuentran en un callejón sin salida. La disputa por los fondos coparticipables esconde un origen político. Se desperdician los buenos momentos de la economía en debates estériles que sólo abortan mayores posibilidades de crecimiento en la región.

Pasadas las elecciones legislativas de octubre, los cálculos más certeros indicaban que los ánimos caldeados entre los gobiernos de la provincia y del municipio irían disminuyendo. Pero todos los pronósticos -los periodísticos incluidos- fallaron porque el tono de la discusión entre la provincia y la Municipalidad tiene niveles cada vez más preocupantes.

Ahora, el eje de la cuestión pasa por los fondos coparticipables que el gobierno santafesino remite a todas a las comunas y municipios de la provincia. Para la administración del intendente Lifschitz hay una deuda de unos 65 millones de pesos que se remonta al año 1994, pero para el gobernador Obeid todos los pagos fueron hechos en tiempo y forma y no hay un solo peso impago.

Como en toda disputa, económica en este caso, todas las partes seguramente tienen algo de razón y poseen argumentos razonables. Sin embargo, los números son sólo números y por eso resulta extraño que el panorama no termine por aclararse. Se debe dinero o no se debe, esa debería ser la principal premisa a dilucidar.

Sin embargo,las dificultades para zanjar una cuestión meramente matemática pasan, aparentemente, por enredos de la política. Aunque nadie habla del 2007, las fichas del tablero ya han comenzado a moverse. El socialismo quiere retener Rosario pero también llegar a sentarse en el sillón del brigadier López en la Casa Gris. Y el peronismo no quiere abandonar la poltrona después de más de dos décadas ininterrumpidas.

Mientras tanto, este tironeo repercute en las gestiones de gobierno de ambas administraciones porque es indudable que un mejor diálogo entre la ciudad y la provincia beneficiaría a la gente.

La economía de Santa Fe está pasando por un momento excepcional. Por estas tierras sale al mundo gran parte de los recursos del país, que generan divisas para motorizar la economía. Rosario, en donde no se aumentan las tasas desde 1994, es, además, la ciudad de moda de la Argentina. Y lo es no sólo por su crecimiento turístico sino por el aumento de las inversiones públicas y privadas y por la generación de empleo.

En este marco de bonanza -impensable unos años atrás- la disputa política debería ceder terreno a la asociación de esfuerzos que aprovechara al máximo el contexto económico actual. No siempre habrá precios agrícolas internacionales de esta magnitud ni el PBI del país crecerá por encima del 9 por ciento. Los ciclos de la economía son implacables y a un período de expansión le sigue otro de recesión.

Por eso, la obligación de los gobernantes es prepararse para afrontar la próxima crisis. La pelea entre la provincia y el municipio no conduce a nada más que a cercenar las posibilidades de mayor crecimiento para la región.
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