Año CXXXVIII Nº 48944
La Ciudad
Política
Información Gral
Opinión
El Mundo
La Región
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Escenario
Señales
Economía
Turismo
Mujer


suplementos
ediciones anteriores
Turismo 20/11
Mujer 20/11
Economía 20/11
Señales 20/11
Estilo 19/11
Salud 16/11

contacto

servicios
Institucional

 domingo, 27 de noviembre de 2005  
Tema del domingo
Inflación y súper cartelizados, sólo una parte del problema

El coloquio de Idea, convocado por el empresariado nacional y que se realizó en Mar del Plata, fue una vez más el ring para que el presidente Néstor Kirchner se enfrentara con los que él considera sus enemigos en la gestión, a los que no duda en tratar casi de delincuentes.

  Con virulencia ya habitual en el presidente acusó a los presidentes de Jumbo, Horst Paulmann, y de Coto, Alfredo Coto, de estar “cartelizados y atentar contra el bolsillo de los argentinos”. Desde la Casa Rosada lanzó una acusación de gran peso institucional y de enorme gravedad jurídica: “Señor Coto: yo lo conozco y sé cómo trabaja con el bolsillo de los argentinos. Creo que están muy concentrados, cartelizados usted y Jumbo y el pequeño grupo de empresas que manejan la comercialización de supermercados en el país”.

  Lo dicho por el presidente mueve a algunas reflexiones. En primer lugar cuando nombra a Jumbo no se le deben escapar las causas que existen en la Justicia federal de Mendoza que apuntan a ir justamente contra lo que el propio Kirchner denuncia, en referencia a la compra por parte de Jumbo de la cadena de supermercados VEA. Quizás, parafraseándolo a él mismo habría que decirle: “Señor Kirchner, ¿qué está haciendo usted como presidente de los argentinos para defender en la práctica a los consumidores de la cartelización de los supermercadistas, producto de la concentración? ¿Qué normas ha impulsado el Poder Ejecutivo para evitar esos males? Y, sobre todo, ¿por qué no se pone en marcha el Tribunal de la Competencia que debería estar funcionando hace varios años justamente para evitar lo que se denuncia?”.

  Porque es imprescindible que del plano de la pirotecnia verbal se pase al de los hechos. Nada mejorará si se fustiga a quienes hacen mal las cosas, pero se deja que la realidad les permita seguirlas haciendo mal sin que el propio Estado tome los recaudos para corregir las malformaciones de la economía.

  Lo sucedido con Coto y Paulmann contrasta con la posición de Enrique Pescarmona, presidente del coloquio de Idea, que elogió al presidente Kirchner, comentando que en el viaje reciente a Venezuela su empresa Impsa había conseguido un negocio de U$S 200 millones. Sin embargo al final del coloquio marplatense el brindis lo hicieron el propio Pescarmona con Alfredo Coto, director de Idea.

  La imagen y lo sucedido muestra dos Argentinas. Una la de los negocios y el crecimiento, y otra la de los enfrentamientos. Si Kirchner puede conseguir que una empresa argentina como Impsa haga buenos negocios en el exterior, ¿no es bastante esperable que pueda encaminar la actividad supermercadista en acuerdo con los protagonistas sin llegar a enfrentamientos que en nada contribuyen mientras la inflación sigue comiendo los salarios de los argentinos? Sobre todo si se piensa que desde su visión los supermercadistas están en una postura lindante con lo delictual. De allí que para reencaminar la actividad quizás sólo haya que poner en marcha normas que eviten los desarreglos y garanticen la libre competencia en esos mercados.

  En esa línea, el presidente debería mirar el resto de la economía y apuntar a las diversas actividades que también funcionan con distorsiones. Pues si bien es cierto que en muchos casos se trata de mecanismos que se generaron en momentos de gran crisis económica y fueron para paliar la emergencia, quizás haya llegado la hora de empezar a corregir para tener una Argentina que funcione con equidad y modernamente. Nada hay nada que inventar porque los modelos a seguir están en todo el mundo.

  No le debe pasar al presidente Kirchner algo típico de los regímenes populistas, que es que mientras algunos hacen negocios a costa de privilegios, otros pagan los platos rotos apareciendo como cabeza de turco frente a la población. El Estado tiene que fijar reglas de juego claras, sanas y no distorsivas para todas las actividades y se tiene que ocupar de que se cumplan. Todo esto no en beneficio de uno u otro sector sino de todos los ciudadanos.

  No es cierto que el proceso inflacionario sea producto sólo de la concentración supermercadista y puede ser muy peligroso centrarse sólo en ese fenómeno, que se debe corregir, pues mientras tanto los mecanismos de la economía que están generando la inflación, que son complejos y variados, siguen avanzando. La única consecuencia es que el salario cada día alcanza para menos. Mientras, Jumbo y Coto, siguen ganando. Para ellos la inflación no es un problema, para los asalariados sí.


enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados