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 domingo, 27 de noviembre de 2005  
Mascotas exóticas. Se ofrecen aves, monos carayá, iguanas y hasta serpientes
Rosario es una plaza apetecible para la venta ilegal de animales
Un relevamiento del Colegio de Veterinarios detectó unos mil locales donde se ofrecen este tipo de especies

Carina Bazzoni / La Capital

Por los ingresos que genera a nivel mundial, algunos lo ubican como el segundo comercio ilegal después de las drogas. Otros le dan el tercer puesto, tras los estupefacientes y las armas. El tráfico de especies silvestres es un delito que crece al compás de una nueva tendencia registrada en las grandes ciudades: la adopción de animales exóticos como mascotas. Y, según entienden veterinarios y miembros de organizaciones ambientalistas, los rosarinos no están al margen de esta moda. Coloridos pájaros, monos carayá, iguanas y hasta serpientes ya se ganaron su lugar en los hogares. Sin contar las familias que insisten en adoptar tortugas y loros habladores. Todas especies cuya tenencia y comercialización está prohibida por ley. Aún así, un relevamiento realizado por el Colegio de Veterinarios de la Segunda Circunscripción detectó unos mil locales donde se ofrecen estos animales en Rosario y su zona de influencia.

Esta semana se celebró en la Universidad Nacional de Rosario (UNR) un encuentro nacional donde se conformó la Red Argentina de Combate al Tráfico de Especies Silvestres. El organismo reúne a profesores de la Facultad de Veterinaria de la UNR, y especialistas de Buenos Aires, Córdoba y Mendoza con el objetivo de recolectar información sobre el tráfico de animales, realizar actividades educativas que desalienten la adopción de mascotas silvestres e impulsar la realización de mayores controles sobre estas acciones ilegales.

La exigencia no es caprichosa. "Todas las provincias comparten el mismo problema: se trabaja como se puede, con poco presupuesto, sin centros de rescate para animales, con muchos guardafaunas honorarios, a veces sin insumos y, lamentablemente, con poca conciencia de parte del poder político", resume la secretaria de la red y docente de la cátedra libre de fauna silvestre de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UNR, Analía Graziola.

No hay datos claros, pero en el país se calcula que este comercio ilegal mueve unos 400 millones de dólares por año. Para los especialistas este fenómeno involucra principalmente a las grandes ciudades, con lo cual Rosario no sólo es considerada una ruta importante de paso de estas especies hacia Buenos Aires, sino también de comercialización de animales que son incorrectamente adoptadas como mascotas.

"La provincia de Santa Fe no es sólo un lugar de tránsito, sobre todo en el sur se ha convertido en una plaza apetecible para la compra y venta de especies silvestres que la gente cría y mantiene como pseudomascotas", advierte Graziola.

Un relevamiento realizado por el Colegio de Veterinarios corrobora esta opinión: el año pasado, auditores de la entidad detectaron unos mil sitios en la ciudad y el Gran Rosario donde se comercializan este tipo de animales prohibidos.

La mayoría de esos comercios están ubicados en las zonas sur y oeste de la ciudad. Y en su mayoría no son tiendas de mascotas sino ferreterías, planterías, forrajerías o garages donde se pueden conseguir tortugas, loros habladores, monos carayá y todo tipo de pájaros.

Para el presidente de la entidad profesional, Héctor Frechou, el tráfico de fauna se ha convertido en un problema "grave" al que hay que atender. Justamente, la semana pasada se firmó un convenio entre la Secretaría de Medio Ambiente de la provincia y el colegio para colaborar en el control de este ilícito.

Entre enero de 2004 y octubre de este año, operativos realizados por la secretaria y las fuerzas de seguridad (policía de la provincia, guardia rural y Gendarmería Nacional) permitieron secuestrar 2.700 aves, 300 iguanas, 250 mamíferos (nutrias, carpinchos y monos), 25 tortugas de tierra, y medio centenar de jaulas, tramperas, amansadoras y frascos de pega-pega utilizados para cazar animales.

Según explica la directora de recursos naturales de la secretaría, Liliana Moggia, "la mayoría del tráfico se detecta en la ruta 11 (camino a Buenos Aires), lo cual significa que la provincia es un lugar de tránsito importante de grandes cargamentos de aves silvestres. Sin embargo, esto no quita que en Rosario y Santa Fe también se observe la venta de estas especies tanto en mascoterías como en forrajerías".


Las permitidas y las prohibidas
La caza, venta y tenencia de aves autóctonas como los cardenales, jilgueros, o reina moras está expresamente prohibida. Lo mismo pasa con las tortugas terrestres, los monos carayá o los yacarés oberos, entre otros animales. Su captura y comercialización está penada por la ley nacional Nº22.421 sobre conservación de fauna silvestre, con sanciones que van de los seis meses a dos años de prisión. La provincia también cuenta con normas específicas sobre el tema (ley Nº4830) que prohíbe la caza de estas especies, estableciendo multas que van de los 100 a diez mil pesos, según los antecedentes, cantidad y especie de animales secuestrados en los operativos.

Sin embargo, la creciente tendencia a incorporar como mascotas a especies silvestres no se limita a la fauna autóctona. En el caso de iguanas verdes y otros pájaros y reptiles su comercio es legal en tanto cuenten con los papeles que acrediten su importación.

El problema es que "generalmente los comerciantes no tienen estos documentos, ya que se trata de especies que son extraídas de sus medios naturales sin certificados de origen", sostiene Juan Carlos Sassaroli, veterinario de la Reserva Ecológica Costanera Sur de la ciudad de Buenos Aires e integrante de la cátedra libre de la Facultad de Veterinaria antes mencionada.

En estos casos, los puntos de venta no se circunscriben a modestos comercios barriales sino que importantes tiendas de animales del centro incluyen esta fauna en sus trastiendas.

"Aunque la prohibición de comercialización y tenencia alcance sólo a las especies autóctonas, nosotros desestimamos la tenencia de mascotas silvestres aunque sean legales", explica otra integrante de la cátedra de fauna silvestre, Graciela Folis.

Es que, sean de especies autóctonas o exóticas, para los animales las consecuencias son las mismas: desde el punto de vista ecológico el daño es terrible ya que no se reproducen, ni cumplen su rol dentro del ecosistema como presas, predadores o dispersores de semillas. Eso, sumado al poco conocimiento a cerca de su hábitat, cuidado y alimentación de quienes los toman como mascotas, termina en la enfermedad y muerte del animal, sin contar las penurias que deben atravesar estos bichos para llegar a destino (ver aparte).

Además, los animales silvestres que viven en cautiverio transmiten enfermedades, como la psitacosis (contagiada por los loros), una especie de neumonía atípica que si no se diagnostica a tiempo puede causar la muerte, o la salmonelosis (mono), una infección intestinal causada por una bacteria.

En Rosario, los veterinarios ven pasar este tipo de pseudomascotas diariamente. Y si bien mayoritariamente se trata de loros, tortugas o monos, la variedad de especies mascotizadas es mucho más amplia. "Hemos visto de todo: yacarés, serpientes, pumas, tigres y hasta leones africanos", asegura Graziola.

Es que -no se cansan de destacar los distintos especialistas consultados- detrás del tráfico de especies silvestres no se encuentran sólo cazadores furtivos y comerciantes inescrupulosos, sino también "un público consumidor que quizás por falta de información, conciencia o solidaridad participa de este tipo de ilícitos".


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