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 domingo, 06 de noviembre de 2005  
El viaje del lector: Contrastes sudasiáticos

Pasó la graduación y algunas vacaciones y no se concretaba lo que empezó como un chiste: ¡el viaje de egresadas! Las utopías eran muchas. Las veinticinco horas de avión nos comenzaron a ambientar: cada tres horas, una azafata oriental nos daba con finas pinzas una toalla húmeda, perfumada y tibia para lavarnos las manos, luego una bandeja con alimentos cuyos sabores nos iba adelantando los nuevos aromas de las culturas culinarias asiáticas. Los sabores dulces, salados, ácidos y picantes, todos juntos, se fueron incorporando a través del jengibre, los pimientos, ajíes picantes, el anís estrellado y sales marinas, que acompañaron a los variados frutos de mar, pollos y verduras. Nuestro asombro crecía frente a los colores y las formas de presentación. ¡Obras de arte sobre zanahorias, manzanas y sandías!

En medio de una multitud increíble y de carteles donde no diferenciábamos ni siquiera letras de números, descendimos en Kuala Lumpur. Malaysia -como ellos dicen-, nos recibía con Selamat Datang, Wellcome, ¿y? ¡no figuraba Bienvenido! ¡Nada en español!.

Las rutas, la arquitectura, la higiene y alfombrado de los parques, la decoración de los jardines, el colorido y el tamaño de los arreglos florales, el trinar de los pájaros en los ascensores, la música típica en los pasillos del hotel, nos sorprendieron tanto como la vista de Las Petronas desde la habitación, la decoración occidental del salón comedor, la variedad de las cocinas según religión y cultura y la suntuosidad de sus lugares de compras.

Esta ciudad ultramoderna nacida en el siglo XIX con sus jardines de hibiscos, orquídeas, pájaros y mariposas, sus transportes públicos de alta velocidad de la red monorrail, el Mercado Central, el Chinatown, muestras culturales y el encanto de su pasado en el barrio colonial, desafiaron nuestro cansancio día tras día.

A pocos minutos de llegar estábamos viajando nuevamente, ahora en auto, hacia una provincia del interior para ver una conservación de elefantes. El chofer, un indú de casi 1,90 m, con dos pulgares en su mano derecha y con la debida señal religiosa en su frente, comenzó a molestarse ante mis evidentes deseos de controlar con un mapa las señales del camino por donde nos llevaba a través de la selva, ¡cómo si fuera tan fácil leer esos signos! Demás está decir que nada coincidía y no tardó en quitarme el mapa sin explicaciones, no sabía español ni inglés. Después de dos horas y un gran silencio, nos enteramos que nos llevaba a un altar de la diosa Shiva en medio de la selva ¡bellísimo!

Una hora después estábamos en la conservación. Alimentar a los elefantes, pasear en ellos, disfrutar de los 38º de temperatura con muchísima humedad, regresar y recorrer a pié algunas de las avenidas principales nos demostró cuanta resistencia física puede tener un ser humano.

Las Petronas nos esperaban al día siguiente, sus 88 pisos en 452metros de altura con ascensores que los empresarios pueden alquilar para ganarle al reloj y a sus empleados, siguieron deslumbrándonos ¡y las diseñó un arquitecto Argentino!

Es imposible contar todos los recorridos, pero cómo no señalar la imponencia del barrio de Bangunan Sultan Abdul Samad y Merdeka Square, con sus parques y jardines, o el Monumento Nacional a las víctimas de 1948 con uno de sus cuerpos tan parecido a nuestro Monumento a la Bandera, sólo que su gran galería y su fuente están llenas de flores de loto.

Luego de unos días en suelo malayo nos dirigimos al "lugar de las ciruelas verdes" o "ciudad de los Angeles" Llegamos a Bangkok, la ciudad de Tailandia que no duerme, donde laten más de 14 millones de habitantes.

Una de las noches fuimos al Silom Village Trade Center para compartir comidas, bailes y músicas típicas El lugar con mesas muy bajas del largo del salón y rodeadas de almohadones para sentarse sobre el piso me hicieron pensar en la forma en que me levantaría después de las tres horas de espectáculo. Resignadas nos fuimos a sentar en canastita, y ¡otra sorpresa! el piso estaba cavado para que nuestras piernas cayeran cómodamente por debajo de las enanas mesas ¡Qué alivio! Cuál sería mi asombro al ver que las mozas, para no interrumpir la visión, se movían gateando sobre las tres extremidades que la bandeja les dejaba libre. La velocidad del desplazamiento por los pasillos y la delicadeza al servir demostraban su habilidad y el respeto a los turistas. Los diez recipientes de porcelana para cada persona que contenían trozos pequeños de diversas carnes, verduras y caldos, explicaban la ausencia de cuchillos. El aroma a jengibre se hizo familiar. El arroz blanco reemplazaba a nuestro pan de trigo.

Compartiendo el espectáculo nos enteramos que es obligatorio para todo escolar saber ciento treinta posiciones o movimientos de sus bailes típicos, donde la plasticidad y las expresiones juegan un importante papel en las representaciones de las luchas entre el bien y el mal. Además de explicarnos que su sistema de escritura tiene más de cuarenta consonantes, como quince vocales y cinco acentos.


El Gran Palacio
La riqueza arquitectónica y los tesoros culturales del Gran Palacio son imposibles de transmitir con palabras. El ubosoth o santuario del Buda Esmeralda a quien vestido con diferentes ropas en cada una de las tres estaciones se lo visita para pedir gracias, paz espiritual, celebrar ceremonias reales o admirar sus bellezas. Los doce pabellones abiertos con sus techos y columnas decoradas en oro, madreperlas y madera de teca. El Templo de Buda Victorioso de cinco mil kg de oro. El Buda en el momento de la iluminación de 45 m de largo todo cubierto de oro y madreperla. El Demonio Guardián, las ofrendas, el Campanario, el Panteón Real, las stupa doradas, los monumentos a los Reyes, las Torres, los Jardines ¡Hasta los miles de zapatos en casilleros abiertos y sin cuidadores dejados por los visitantes a la entrada de los templos llaman la atención! La grandiosidad de las mezquitas, las artesanías del The Rose Garden, los show con elefantes y los elefantes en medio del infernal tránsito, los clubes y puestos de ventas en Pat Pong, los tuc-tuc y las motocicletas, y el continuo regateo en las compras merecerían cada uno un párrafo aparte!

Noemí Ferrero (ganadora de esta semana)
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El Gran Palacio guarda numerosas estatuas de Buda.

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