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 domingo, 06 de noviembre de 2005  
Trabajo policial en negro, un mundo de fragilidad y riesgo
El pago escaso y a plazo de los servicios adicionales empuja a muchos efectivos a prestar vigilancia informal, con lo que afrontan peligros sin la cobertura legal

Sergio M. Naymark / La Capital

No hay excepciones: la precarización laboral se cierne sobre los policías de la provincia tanto como sobre el resto de los empleados públicos. Por eso, a sus horas habituales de trabajo deben sumarle muchas más cumpliendo tareas adicionales como custodios de comercios, boliches, instituciones bancarias u otros "blancos de posibles delitos". De esa manera, los uniformados pueden arrimar un ingreso suplementario para sus hogares. Claro que eso conlleva una serie de efectos no deseados: sobrecarga de trabajo, distanciamiento familiar, menoscabo en la aptitud profesional por el agotamiento. En la calle hay hombres armados que no están en condiciones físicas ni psíquicas para atender a su trabajo específico en el horario en que deben cumplirlo.

Los servicios adicionales son aquellos que los policías prestan fuera de su horario de trabajo. Actualmente cada hora de ese servicio se paga $8,50 pero la Jefatura le realiza un descuento del 20% por lo que cada efectivo se lleva al bolsillo $6,80. Ese dinero el agente lo percibe en negro, por fuera de su recibo de haberes y entre 15 y 20 días después de realizar la tarea.

También se hacen adicionales al margen de la vía regular. A veces les conviene: cobran por adelantado, en efectivo, pautando ellos las horas y sin retenciones. En esos casos los policías no usan uniforme pero sí su arma reglamentaria. Si están en un negocio de civil, por esa razón, pueden pasar por clientes. Hoy se desliza que el sargento primero José Luis Diéguez, asesinado por delincuentes el martes pasado en una maderera de Fisherton, pudo estar haciendo una vigilancia informal al encontrar la muerte. Eso no fue aclarado. Pero recibiendo 1.190 pesos como empleado con 24 años de servicio, que es lo que ganaba, sí es elocuente que precisaba un suplemento para mantener a su esposa y cuatro hijos a cargo. Tal parece el aspecto más complejo del problema.

En los últimos doce meses en la provincia murieron dos policías mientras estaban en un comercio: el suboficial Cristian Magán, en la ciudad de Santa Fe, acribillado por tres ladrones en una pollería el 31 de octubre de 2004. Y el sargento Diéguez el martes pasado. Nadie en la fuerza querrá decir si estaban haciendo custodia informal. Más allá de lo legal, no es incomprensible: si fuera así estaban, como tantos argentinos, trabajando en negro. E incluso sus familias, si esto se reconoce, podrían además de la irreparable pérdida personal no percibir el seguro de vida.

"La única forma para vivir más o menos bien es con los adicionales, pero esto es un gran negocio y no es fácil conseguirlo por derecha. Por eso hay muchos compañeros que no dejan pasar la oportunidad de agarrar cualquier trabajo de custodio fuera del horario laboral para sumar unos pesos más que ayudan a la familia pero que también la revientan porque no estás nunca en tu casa". Así describió la situación el suboficial principal José S., quien durante más de 20 años prestó servicios en la sección Infantería y cubrió adicionales en un banco (ver aparte).

"Nadie sabe muy bien que se hace con ese descuento del 20%. Lo cierto es que la Jefatura se queda con esa parte del dinero que corresponde al trabajo adicional de los policías y a pesar de que uno pregunta a qué se destina esa plata, nunca se obtuvo una respuesta concreta", dijo uno de los referentes de Apropol, el sindicato no reconocido de los hombres de azul.

A partir del último aumento, un agente con un año de antigüedad cobra de bolsillo $930 pesos, un mínimo escalón por arriba de la línea de la pobreza establecida en unos $760. Un sargento primero como Diéguez, como se dijo, cobraba $1.190 pesos de bolsillo. Ni al agente ni al sargento les alcanza para sostener a sus familias. Esa fragilidad es la que los lleva a realizar tareas adicionales.


La contratación
Las jefaturas de unidad tienen sus oficinas específicas de adicionales. Allí cualquier interesado podrá contratar los servicios que requiera. En el caso de ser continuos (todos los días, todo el mes, tal el caso de los bancos) lo deberán concertar con 30 días de antelación y efectivizando el correspondiente pago. En caso de que el servicio sea eventual o discontinuo (un partido de fútbol, un evento público o una fiesta privada) la contratación se hace 72 horas antes de su realización.

Desde que el interesado hace ese trámite administrativo hasta que el agente percibe su paga suele pasar un mes. "Vos la guita la necesitas para comer mañana, por lo que muchos policías evitan los adicionales en blanco y se ofrecen por las suyas fuera de los horarios de trabajo. Así cubren laburos sin uniformes, cobran unos pesos más y hasta pueden arreglar los pagos por día o por semana o como en el caso de algunos supermercados que además del dinero te dan un bolsón con alimentos".

Alberto hizo ese trabajo durante varios años en una inmobiliaria del centro de la ciudad. "Cada viernes a la noche yo cobraba el servicio sin ningún tipo de descuento, en efectivo y mejor cotizado que el de Jefatura", contó. Para agregar que "cuando el que selecciona a los policías que hacen adicionales es un jefe, la selección se usa como sistema de premios y castigos. Hay privilegiados y postergados".

Así, las horas que cualquier efectivo cumple al servicio de la seguridad pública, se multiplican mes a mes. "Vos querés vivir mejor y tenés un sueldo miserable mientras los que están arriba tuyo llevan una vida que no se compadece con la escala salarial de la fuerza. Pero terminás trabajando más horas de las que descansas o estás con tu familia". Entonces, sintetizó el suboficial que habló con este diario, "tenés 200 o 300 pesos más, pero una vida de perros"
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El sepelio del sargento Diéguez, muerto cuanto hacía adicionales.

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En blanco, no mucho mejor


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