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 domingo, 06 de noviembre de 2005  
Reflexiones
El Titanic peronista

Carlos Duclós / La Capital

El gobernador Obeid ha dicho horas atrás no poca cosa. Remarcó que con Reutemann tiene un acuerdo “fuertemente consolidado“. Claro que este acuerdo y las acciones en conjunto que de él dependan deberán aceptarlo también otros peronistas, incluyendo algunos miembros del gabinete provincial, que estuvieron siempre más cerca del proyecto del asesor presidencial Juan Carlos Mazzón proyecto que, como todos saben, concluyó con la victoria del socialismo. Tal vez, y como sostienen ciertas fuentes peronistas, el proyecto en cuestión al que adhirieron y seguramente seguirán adhiriendo algunos dirigentes haya contemplado el opacamiento de la figura de Reutemann para restarle hegemonía. La gran jugada parece que fue demostrar que se podía sin el senador nacional, a quienes algunos de los que participaron y participan en la idea consideraron siempre un mal necesario, aceptado a regañadientes y a veces demasiado a regañadientes. Lamentablemente para ellos parece que no se puede sin el senador nacional y el proyecto fracasó. Reutemann no intervino en el armado de las listas, participó tibiamente en la campaña y se despegó de un mamarracho que terminó como todos presumían y como todos conocen.

  Claro que el hecho de que el proyecto haya sido un papelón no implica que no haya cumplido posiblemente su cometido. No son pocos los que han comenzado a decir que tal vez el plan estuvo o está en consonancia con una de las ideas que podría dar vueltas por alguna cabeza del gobierno nacional: la de realizar un acuerdo con el socialismo popular bajo cuerda y terminar con el reutemismo en Santa Fe sobre cuerda. Parece disparatado, pero en el arte de la política argentina todo es posible. Y para robustecer esto hay quienes dicen que en el gobierno nacional hay cosas que no se olvidan. Algunos soñadores arriesgan más y dicen con entusiasmo que ya hay funcionarios y referentes peronistas provinciales (¿los del proyecto?) que sacan cuentas de los votos obtenidos por el Frente Cívico de Binner y los del Ari. Si se arrimaran bajo la cuerda algunos votitos peronistas la cosa transversal andaría sobre ruedas en el 2007. ¡Ah, lo que puede el rencor político y el egoísmo! Pero claro, pensar en las necesidades del pueblo eso no ¿Para qué?

  Sin embargo, el plan (acaso no premeditado) contó, inesperadamente, con una sorpresa: salió el gobernador —cansado de que lo critiquen y le adjudiquen la derrota en Santa Fe— a poner las cosas en su lugar y dijo: “El gran referente es Reutemann, el único que le puede ganar a Binner es Reutemann“, y no perdió más tiempo en aclarar que tiene con el senador nacional un fuerte acuerdo.

Cambios en el justicialismo

Por otro lado hubo otro giro importante: Obeid y Hammerly se alejaron de la conducción del Partido Justicialista y ocuparon esos lugares dos dirigentes rosarinos: Norberto Nicotra, allegado a Obeid quien asumió no sin antes reunirse con Reutemann, y Angel Baltuzzi, un reutemista de toda la vida. Todas estas movidas y declaraciones en las que el gobernador Obeid tuvo un fuerte protagonismo parecen todo un mensaje destinado a algunos peronistas, que dice: “Muchachos, proyectos de trasnoche y agachadas aquí no“. Después de todo el gobernador Obeid tiene razón: no sólo se tuvo que aguantar las agresiones del electo diputado Binner (incluso agresiones fuera de lugar, porque Obeid no era candidato, es el gobernador de la provincia) sino que además le cargaran la derrota cuando en realidad la responsabilidad de tal les corresponde a quienes pergeñaron esta estructura tan mala en cuanto a contenidos de todo tipo (incluso humanos) como de discursos. A tal punto dicen que llegó la insensatez de algunos dirigentes peronistas colgados de este papelón político que, por ejemplo, al farmacéutico Daniel Peressotti le hicieron boicot durante la campaña por ser reutemista. Algunos quejosos amigos del histórico bombo expresan: “Parece que algunos muchachos no leyeron una de las verdades del general: para un peronista no hay nada mejor que otro peronista“ y, daga en mano, la cambiaron por el posmodernísimo lema: “para un ¿peronista? no hay nada mejor que un socialista“. Cualquier semejanza de estas quejas con las acciones de algunos concejales peronistas rosarinos, por ejemplo, es pura coincidencia.

¿Pero estos cambios son suficientes?

De todos modos, y para ser claros, todas estas declaraciones y cambios partidarios no servirán para nada, nada más que como mensaje, sino se cambian algunas cosas en el gobierno provincial y en el propio Partido Justicialista. Y hasta ahora lo cierto es que cambios no se advirten como no sean los cambios que todos aseguran se producirán en la policía, extemporáneos por cierto, vaya a saberse impulsados por cuáles motivos y con designaciones que, aseguran, al gobernador Obeid le traerán más problemas que otra cosa. En este aspecto, y penosamente, ya son cada vez más fuertes los rumores en diversos ámbitos de la sociedad y en ciertos casos alarman y nunca mejor empleado el carácter de alarma para el caso de algunas designaciones en la policía. No obstante, debe reconocerse que el gobernador Jorge Obeid no puede estar en todos los detalles de gobierno y no tiene por qué saber todas aquellas cosas que podrían significarle un problema para su gestión y para su imagen. Para eso tiene a sus ministros, a sus asesores.

  Si hay algo de lo que no puede dudarse, que no se puede negar, es que el gobierno de la provincia, así como en algunas áreas tuvo errores en muchas tuvo grandes aciertos. El tratamiento de las finanzas ha sido correcto, la tarea, por ejemplo, de la Dirección de Vialidad en lo que respecta a la construcción y reparación de rutas y caminos en toda la provincia y especialmente en el sur fue plausible. Hubo preocupación por el saliente ministro Silvestre Begnys en cuanto a mejorar la estructura sanitaria. Sería injusto no mencionar, además, la disposición de la gestión de Obeid para con el sur provincial en materia de recursos que permitieron obras que capitalizaron otras gestiones. El gobierno de la provincia, no obstante, tuvo fallas: la primera de ellas es no haber sabido difundir en su momento y adecuadamente lo realizado, y la segunda la falta de acción o acción equivocada de algunas carteras, como la de Educación, por ejemplo, cuando estaba a cargo la señora del diputado Marcelo Gastaldi, titular de la departamental justicialista de Rosario y coresponsable, según algunos, de una pésima campaña en la ciudad.

  Es muy probable que el gobernador Jorge Obeid piense por estas horas en proyectos serios y el futuro del justicialismo. Es probable que piense que ha llegado la hora no sólo de cambios en la estructura partidaria (que son intrascendentes en el fondo) sino en modificar políticas y en rotar ministros o despedir a algunos asesores que han cumplido un ciclo y cuyo desgaste es un verdadero lastre para un transatlántico que se enfrenta con el iceberg socialista. El y únicamente él tiene el poder y la decisión en el puente de mando para moficar el rumbo de este Titanic peronista que corre el riesgo de hundirse pesada y dramáticamente incluso mucho antes del 2007.


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