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 domingo, 06 de noviembre de 2005  
Tensión social en Francia. El gobierno combina mensajes de firmeza con planes de ayuda a los pobres
Las violentas revueltas callejeras se extendieron al corazón de París
En las últimas 48 horas hubo más de mil incendios y 250 detenidos. Se interrumpe el servicio de colectivos

París.- Grupos de jóvenes exaltados continuaban anoche, por décimo día consecutivo, los incendios en los alrededores de París, y ayer incluso los extendieron al centro de la capital francesa y a otras ciudades del interior. Según datos preliminares de la policía, alrededor de cien automóviles fueron incendiados en todo el país. Ante el contagio de la crisis a buena parte del país, el gobierno francés combinó mensajes de firmeza con muestras de interés por acelerar los planes de ayuda a los barrios marginales.

En el centro de París los responsables de los disturbios prendieron fuego a cuatro coches, según la policía. La misma fuente apuntó que al noreste de esa ciudad fue presa de las llamas un polideportivo, al igual que dos escuelas en la localidad de Grigny. En Toulouse se incendiaron 30 vehículos y una biblioteca estatal. En total, fueron detenidas 12 personas. En Drancy, cerca de París, civiles de la zona atraparon y entregaron a la policía a dos jóvenes hermanos, de 14 y 15 años, que pretendían prender fuego a una furgoneta.

Las fuerzas del orden tuvieron en cuenta la manera de operar de los exaltados en su propia táctica, y formaron unidades pequeñas y móviles. Los agentes reciben el apoyo de helicópteros que sobrevuelan la superficie a poca altura, iluminando los focos de problemas.


Sin transporte
En vista del riesgo, en numerosos distritos cerca de París se interrumpió anoche el servicio de colectivos. Previamente, los padres de los dos adolescentes cuya muerte el pasado 27 de octubre desencadenó los actos violentos en los suburbios franceses llamaron a la calma a los vándalos. También la comunidad musulmana de Clichy-Montfermeil apeló a los incendiarios a recobrar la tranquilidad. Los jóvenes Zyed y Bouna, creyéndose perseguidos por la policía, se escondieron el 27 de octubre en una casilla que albergaba un transformador eléctrico y murieron electrocutados.

En las primeras horas del sábado los disturbios dejaron 1.000 actos incendiarios y 250 detenidos en varias ciudades de Francia, en lo que supuso la noche de mayor violencia desde que comenzaron los altercados.

Las protestas son vistas como una reacción de los jóvenes, muchos musulmanes del norte de Africa y africanos de origen negro, descontentos por el racismo, el maltrato policial, el desempleo y la exclusión de la amplia sociedad francesa.

Al término de una reunión de crisis de ocho ministros en torno al jefe del gobierno, Dominique de Villepin, el titular de Empleo, Jean-Louis Borloo, fue el encargado de anunciar que se acelerará la aplicación de los planes de renovación urbana y de cohesión social. Borloo subrayó que ese plan de renovación urbana, que se espera desde hace 25 años, va a tener una dotación de 25.000 millones de euros, y el de cohesión social 15.000 millones de euros. Del plan de renovación urbana, lanzado hace 18 meses, destacó que sirve para transformar barrios, doblar el número de viviendas sociales y crear zonas francas urbanas, donde las empresas que se instalan tienen exenciones fiscales.

Mientras, el cuestionado ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, aseguró que el Ejecutivo es "es unánime" sobre la necesidad de aplicar "firmeza" frente a los disturbios. "La violencia no es la solución", dijo Sarkozy, acusado de avivar las pasiones llamando a los manifestantes "escoria", luego de una reunión con el premier Dominique de Villepin. "Cuando termine la crisis, la gente deberá entender que se cometen injusticias en algunos barrios. Tratamos de ser firmes y de evitar la provocación. Debemos evitar cualquier riesgo de explosión", dijo.


La mano oculta
Las autoridades francesas que ven cómo cada noche arden las barriadas marginales, están cada vez más convencidas de que traficantes de drogas y activistas islámicos están usando a jóvenes frustrados para desafiar la ley y el orden. Muchos de los que vieron arder sus coches, tiendas y colegios no lo creen, culpando al desempleo, los prejuicios raciales y el hastío general de la juventud.

Luego de nueve noches de sirenas, fuertes humos, apedreadas y destrucción, los habitantes de todos los orígenes étnicos están cansados de los disturbios.

Encontrar la "mano oculta" tras los incidentes es similar a la tarea de intentar capturar a los alborotadores cada noche. A algunos se les agarra, pero otros muchos huyen en la oscuridad. "Todo el mundo está harto de ver nuestra ciudad y nuestro distrito pisoteado a diario por las bandas organizadas", dijo Gerard Gaudron, concejal conservador del barrio del norte de París de Aulnay-sous-Bois tras una marcha contra la violencia.
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