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 domingo, 06 de noviembre de 2005  
Sociedad: madres educadoras

El rol protagónico de las madres, en cuanto a la educación de los hijos se refiere, es una verdad irrefutable aunque sean ambos progenitores quienes tengan la responsabilidad de educar. El legado ancestral de la división de roles sociales ha centrado más en la mujer que en el hombre el cuidado y atención de la prole, y si bien infinidad de cambios significativos han acontecido, aún sigue en pie.

Históricamente, los hombres por su estructura física se encargaban de proveer la comida mientras que las mujeres atendían las tareas de la casa y el cuidado de los niños.

Las características visitas que se hacían para que los niños jugaran y las mujeres pudieran compartir un momento de socialización, posibilitaba que se verbalizaran problemas propios de la crianza, sentimientos que surgían aparejados a los mismos y, cargados de sentido común, de valores familiares y respeto a quienes tenían más experiencia, se intercambiaban sugerencias para enfrentar las situaciones planteadas.

Después de las guerras mundiales, período en el que las mujeres demostraron y se demostraron que podían realizar actividades que antes eran exclusivas a los hombres, ampliaron su campo de acción con las consabidas ventajas y desventajas.

Hoy en día, muchas mujeres coordinan todas sus actividades de tal forma que logran responder a las demandas que se les piden; pero no todas, o al menos todo el tiempo lo consiguen sin las consecuencias propias del estrés al que se ven sometidas para no desatender ninguna de sus responsabilidades. En más de un caso son las únicas que sostienen el hogar, y no por necedad del hombre sino por la problemática social imperante.

Aun en los grupos sociales más carenciados las madres buscan cubrir las necesidades mínimas de su prole aunque no compartan los mismos criterios que los grupos de mayores recursos.

Ya sea, en una época u otra, en un nivel social u otro, con los recursos con que se cuenten, bajo las condiciones en las que se encuentre, toda madre que responde a su naturaleza se encargará de cuidar a sus hijos.

En la actualidad, las madres que trabajan fuera del hogar y que están atentas a la demandas de una apropiada educación de sus hijos cuentan con múltiples recursos para alcanzar sus objetivos. Estos recursos son tanto variados como efectivos, se pueden citar como ejemplos los programas televisivos formativos e informativos con profesionales de diversas áreas, libros especializados, artículos en revistas destinadas a mujeres u otras, suplementos en diarios, consultas a profesionales, información obtenida en Internet.

Cada madre según sus limitaciones y sus posibilidades comparte una característica común con todas las restantes, y esa característica es el legado de la naturaleza de atender a su prole.

Los desafíos del mundo posmoderno son múltiples y hacen de la tarea de la madre educadora una misión poco sencilla. Sin embargo, aquella madre que toma los problemas de la educación de sus hijos no sólo como una verdadera actitud de servicio sino como una fructuosa forma de crecimiento personal recibirá, seguramente, la gratificación más valiosa que su rol le confiere que es la de ver a sus hijos, hombres y mujeres de bien.

Aceptar y gozar este mandato natural es clave para que la madre educadora pueda vivir una vida en armonía.

Alicia Caporale. Licenciada en gestión

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