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 sábado, 15 de octubre de 2005  
Enigma en torno al ataque de insurgentes islámicos en el Cáucaso
El Kremlin erradicó los últimos focos de resistencia pero todo hace presagiar que la violencia proseguirá

Friedemann Kohler

Moscú. - El movimiento clandestino independentista islámico en el sur de Rusia sufrió en Nalchik su mayor derrota en años. Las fuerzas rusas eliminaron ayer los últimos bolsones de resistencia de los rebeldes que el jueves atacaron la ciudad caucásica de Nalchik y liberaron a "todas" las personas que los insurgentes tomaron de rehenes en su ofensiva, que causó al menos 127 muertos, dijo el gobierno ruso. Al menos 91 rebeldes, 24 agentes de seguridad y 12 civiles murieron entre el jueves y ayer en el ataque y los enfrentamientos posteriores.

El aparato de seguridad del presidente Vladimir Putin, confundido durante horas, logró una victoria provisional en el Cáucaso Norte. Sin embargo, la dimensión de los enfrentamientos en la capital de Kabardino-Balkaria hace temer que el Kremlin no ha conseguido ningún éxito en la lucha contra el terrorismo y que habrá más ataques. En el Cáucaso Norte, donde tradicionalmente los musulmanes eran más bien liberales, los islámicos se han convertido en un poder amenazador.


Balance dividido
Putin hizo un balance dividido. Es malo "que ataques de este tipo perpetrados por bandidos aún sean posibles en nuestro país", pero los órganos de seguridad reaccionaron de forma efectiva, declaró. "Continuaremos adoptando medidas contra todo aquel que amenace arma en mano la vida y salud de nuestros ciudadanos y la unidad de Rusia. Les digo a los insurgentes que no esperen ningún tipo de piedad en el futuro", afirmó el jefe del Kremlin.

La prensa moscovita especula sobre los motivos que pueden haber llevado al centenar de rebeldes a asaltar la ciudad de Nalchik a plena luz del día con el riesgo de registrar un alto número de bajas. En un ataque similar contra la república de Ingushetia en 2004, los terroristas actuaron de noche bajo el mando del Shamil Bassayev. Asesinaron a cerca de cien agentes de las fuerzas de seguridad y desaparecieron al amanecer sin haber registrado bajas en sus filas.

En ninguna otra ciudad del Cáucaso Norte hay desplegadas tantas unidades de policía, ejército, servicios secretos y guardia fronteriza como en Nalchik. También el Estado Mayor regional para la lucha contra el terrorismo se encuentra aquí. El ataque fue una "demostración de fuerza", dijo el portavoz checheno Ahmed Sakayev en Londres. Pero la táctica suicida tiene poco sentido.

El viceministro ruso del Interior, Alexander Chekalin, sospecha que los rebeldes islámicos acudieron en ayuda de otros compañeros que se encontraban atrapados en una zona boscosa próxima a Nalchik rodeados por la policía. Probablemente un importante líder corría peligro de ser capturado. Quizás el ataque había sido planeado, pero no para ese momento, analiza el periódico Kommersant.

Pero incluso de ser cierta la tesis del ataque provocado para aliviar la presión sobre sus compañeros rodeados, queda demostrado que las fuerzas islámicas en el sur de Rusia son capaces de alarmar a centenares de combatientes en pocas horas.

Las autoridades responsabilizan del asalto al grupo extremista Yarmuk, a pesar de haber anunciado esta primavera su desintegración. En Kabardino-Balkaria, hasta 10.000 personas están en contacto con organizaciones islámicas secretas, cita el Kommersant las suposiciones de los servicios secretos.

En Nalchik, los hijos de muchas familias procedentes de la pobre región de Balkaria, en la zona montañosa del Cáucaso, han sido asesinados. "Ahora empiezan los interrogatorios, las detenciones y la persecución de fieles", decía Ruslan Najushev, director de un instituto islámico que mantiene contacto con los fundamentalistas.

El contraataque del Estado, con el que amenazó Putin también esta vez, ya tuvo como consecuencia un aumento en Chechenia y Daguestán del número de jóvenes que se unen a los terroristas, sedientos de venganza.

La rápida respuesta de las autoridades a la crisis contrastó con el sangriento ataque del año pasado de los militantes chechenos a una escuela en el pueblo de Beslán, cuando el líder ruso fue muy criticado por haber permanecido en silencio demasiado tiempo. Pero aún no estaba claro si eso alcanzaría para evitar las críticas contra otro fracaso de los servicios de seguridad en sus intentos por evitar los asaltos de los insurgentes en la turbulenta región. (DPA)
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Tropas rusas trasladan a un rebelde detenido tras el ataque.

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