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 domingo, 31 de julio de 2005  
Primera persona
"Escribir es la vida misma"
Cultor de la bohemia, la literatura y la amistad, el autor de "El retorno del Principito" explora en su último libro situaciones límite de la sexualidad y la cultura

Gabriel Suzek

Carlos Mac Allister nació en la ciudad bonaerense de Pergamino en 1944 y vive en Rosario desde la década del sesenta, cuando llegó para estudiar la carrera de Derecho. De aquella época, añora las movilizaciones, protestas y barricadas contra la imposición de modelos y políticas, que años más tarde desembocaron en la globalización actual a la que teme y detesta. "Lo único que va a traer la globalización es más desgracia económica, más explotación y una estandarización de la gente, de los gustos, de la moda y a mí no me gusta la gente que no tiene su personalidad para pensar, hablar y vestir", afirma.

Entre sus libros se destaca "El retorno del Principito" (Ediciones De la Bandera, 1984), que alcanzó el rango de best-seller dentro de la literatura rosarina. También trabajó en la función pública, como coordinador general del Ministerio de Educación de la provincia y asesor de la Cámara de Diputados de la Nación hasta la llegada de la dictadura militar. "Libídine, concupiscencia y apetitos lúbricos", su último libro (Ediciones del Caburé), es un mapa conformado por varios géneros que van desde el cuento hasta la crónica periodística. En sus páginas los temas como la prostitución, el incesto, la homosexualidad, la explotación sexual infantil y la necrofilia son abordados desde una óptica particular. Allí prevalecen historias pavorosas, sufridas e irritantes pero escoltadas por aspectos divertidos y matizadas con una precisa dosis de ternura.

-¿Cuál es el objetivo buscado con "Libídine, concupiscencia y apetitos lúbricos"? ¿Hubo algo en especial que lo llevara a abordar este tema?

-Hacía mucho tiempo que quería escribir algo sobre esta materia, pero yo quería hacer una cosa prohibidísima y no me salió. Hasta tal punto no me salió que para mi sorpresa fui invitado a hablar sobre el contenido del libro en una escuela secundaria. Ese tipo de experiencias me descolocan. En cuanto a mi objetivo, lo que busco es que se entienda que ya no alcanza con oponerse a la discriminación sexual. Eso es muy elemental y honestamente me parece viejo. Debemos hablar y sobre todo actuar en lo que yo denomino amplitud sexual. En la actualidad, con el argumento de "la familia" se cometen muchas injusticias y postergaciones. Tengo mis serias dudas de que la célula fundamental de la sociedad sea la familia o haya sido la tribu o el clan.

-¿En qué pilares se apoyan sus expectativas a la hora de escribir?

-No, yo lo hago sin expectativas. La idea de "El retorno del Principito", surgió una noche en Entre Ríos, luego la desarrollé, pero la idea la escribí en una noche. Con este último libro ocurrió algo similar. Soy una persona que tiene muchos amigos y el último 24 de diciembre dio la casualidad que nadie me invitó a cenar, actitud que me dio mucha bronca. Primero pensé en comprarme una botella de vino para pasar la noche, pero después decidí quedarme escribiendo y ahí nació este libro que lo terminé en abril o mayo de este año. Después vinieron mil disculpas de los amigos, pero esa noche no había nadie.

-¿Cómo afronta la vida y la escritura un bohemio como usted en los inicios del siglo XXI?

-Para mí escribir es la vida misma, yo no puedo escribir sobre algo que no conozca; me gusta interiorizarme, busco mucho, husmeo y tengo suerte para encontrar los detalles. Entre toda la vida de vagancia que tuve he sido un tipo que me he cultivado, no soy un vago de colchón, soy una persona muy activa aunque no lo parezca. El que no me conoce tiene una idea muy errada de lo que soy. El motor de mi escritura está sustentada en los hechos que a mí me impactan y pienso que le pueden impactar a los demás. Porque si en principio un hecho no le impacta ni al escritor, es muy difícil que después pueda llegar a tener lectores. Tiene que ser un libro interesante y que llame la atención porque en la Argentina la cantidad de libros leídos por año es del 0,05 %, una estadística pavorosa.

-¿Por eso en su libro incluye la crónica del asesinato de Sandra Cabrera y del turismo sexual en la localidad de San Javier?

-Con lo de Sandra Cabrera pasó algo raro, prácticamente ya había terminado el libro y me encontraba en la plaza de Dorrego y Córdoba esperando a un amigo. Ahí veo pasar una pequeña manifestación pidiendo por el esclarecimiento del asesinato. Entonces me quedé en el acto y luego me metí en el tema. Hablé con las compañeras y ellas me dieron todos los elementos e inclusive me presentaron a una tía de ella, una sanjuanina que me contó que Sandra Cabrera era catequista, es curioso, pero es así. Además me dieron los datos sobre toda la repartija que hace la policía con el tema de la prostitución y cómo ella se oponía a prostituirse en las casas que se dedican a esto. Claro, en esos lugares se quedan con un 50% del trabajo de las mujeres. Por eso creo que los funcionarios deberían informarse más cuando legislan sobre estos temas. Y lo del turismo sexual en San Javier salvo la ficción, que es la acción de una nena de 10 años con un supuesto cliente, todo lo otro es absolutamente verdad. Esto no lo digo yo sino que lo ha dicho el secretario de Minoridad y no ha pasado nada.

-Usted también fue funcionario público. ¿Cómo fue esa experiencia?

-Llego a trabajar en la función pública porque yo militaba en el peronismo y el peronismo había ganado la presidencia, la gobernación y la municipalidad. Como coordinador general del Ministerio de Educación saqué un aviso en el diario para que me trajeran sugerencias e ideas, pero los padres me traían a las hijas. Me ofrecían a sus hijas por un puesto de portera, lo juro por mi madre, y yo les decía: "señor, discúlpeme pero no estoy en esa". No sé cuantos funcionarios pueden decir lo mismo. También hice el proyecto de educación intermedia, que era una manera de superar el limitacionismo en las facultades. Pienso que todos tienen el derecho pero no toda la gente está preparada para estudiar. En la escuela secundaria había dividido un ciclo básico de tres años, una vez cumplimentado ese período se otorgaba un título que servía para entrar a trabajar en cualquier oficina. Después continuaban dos años más de especialización, entonces ahí sí el alumno iba bien preparado a la universidad. Creo que el proyecto se lo robó la dictadura, a mí ni me llamaron, ni tampoco hubiese ido.

-Me imagino que a alguien que reivindica y vive en la bohemia no le debe ser muy fácil manejarse con los principios de la sociedad actual. ¿Considera que el bohemio es una especie en extinción?

-Todos mis amigos son peores que yo, me gustaría asumirme como único pero no es posible. El bohemio es un tipo que si bien enfoca en un asunto económico, porque eso es obligatorio, no vive para y por lo económico, eso lo hace medio descuidado. Nosotros creamos la peña La Herradura, que es la entidad etílica más antigua del país, donde se entrega la orden del poeta por estilo de vida bohemia y/o desprendimiento material de existencia.

-¿En qué momento realizó usted ese tipo de desprendimiento?

-No sé realmente si tengo desprendimiento material de existencia. Soy un tipo orgulloso de ser pobre, es una cuestión que ahora no se esgrime y quizá no tenga vergüenza o prurito alguno de ser pobre porque mi familia perdió diez mil hectáreas de campo en Chivilcoy. El abogado de la familia era Vicente Solano Lima, que después fue vicepresidente del país, pero igual las perdimos y si eso no hubiese ocurrido a lo mejor yo sería una persona totalmente diferente a como soy.

-¿Cuáles autores lo han influido o toma como referentes para su literatura?

-Si tengo que elegir, elijo el socialista revolucionario Ho Chi Mihn. Es uno de los mejores poetas del mundo, vale la pena leerlo y a pesar de que hace un libro desde la cárcel su poesía no es para nada política; habla de manera maravillosa de lo que ve detrás de las rejas. Otro de los que también me gusta mucho es Prévert.

-¿Cuál es su relación con los medios de comunicación?

-Escucho televisión. Sí, porque tengo un televisor en blanco y negro que no tiene la imagen. O mejor dicho, hay que arrimarle la antena y todo eso, entonces la prendo y me imagino la imagen, leo mientras escucho. Por ejemplo, hay una novela que me gusta, "Hombres de honor" con Leonor Benedetto y a las siete de la mañana, soy de despertarme temprano, escucho el informativo de Rosario, el que conduce Susana Rueda. A ella me la imaginaba de una forma pero es de otra. Cuando voy a casa de algún amigo y están mirando la televisión me quedo a veces sorprendido al ver cómo realmente son, ya que uno se los imagina de una manera pero en la realidad son muy diferentes. Así que al televisor lo utilizo como radio y a la radio no la escucho.

-¿Cómo se autodefine?

-Me considero una persona que me gusta refugiarme en la falsa modestia. Soy un proyecto de escritor, porque cuando esté completo ya seré un finado.
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"Me siento orgulloso de ser pobre", dice Mac Allister.

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